Aunque en Colombia se había dado una rotación entre movimientos y partidos políticos, lo cierto es que hasta el 2022 no había habido una propuesta política tan disruptiva como la que representa Gustavo Petro, pues desde los gobiernos liberales hasta los conservadores, pasando por los autodenominados independientes o multipartidistas, el modelo económico o social nunca se había puesto en tela de juicio ni había sido objeto de un sacudón como el que pretende producir el líder del Pacto Histórico, apelando a los postulados de la izquierda, que tanto inquietan a una buena parte de la sociedad.

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Ahora bien: ¿es la izquierda per se tan peligrosa como algunos creen? ¿Es la antesala de la catástrofe que tantos otros pregonan?

A juzgar por lo que ocurre en el primer mundo, no debería haber motivo de preocupación, pues en esas democracias la alternancia en la administración del Estado es real, y el manejo de los hilos del poder se lo turnan con cierta regularidad partidos muy dispares y contradictores, en procesos en los que incluso se ha beneficiado tanto la izquierda más dogmática como la derecha más radical, sin que en ninguno de esos países las instituciones hayan quedado reducidas a escombros. De hecho, después de una etapa en la que hubo un auge de gobiernos de tendencia izquierdista, en los últimos años la derecha ha recuperado mucho terreno, un fenómeno que se debe más a la ausencia de liderazgos o a la mala gestión de los dirigentes que a un temor intrínseco a la izquierda.

En cambio en Colombia la izquierda ha sido vista históricamente como el ‘coco’; unas veces por razones infundadas y otras, por la complicidad o el silencio atronador de sus dirigentes frente a las actuaciones de los grupos guerrilleros, que tanto sufrimiento han causado en el país. Es quizás este último factor el que más ha perjudicado la imagen de la izquierda, pues la justificación –o la no condena– de la lucha armada desconcierta a la ciudadanía en general y les ha servido como caballito de batalla a las formaciones políticas tradicionales para etiquetar a los líderes progresistas como “guerrilleros vestidos de civil”.

Lo que ocurre con Gustavo Petro no tiene mucho que ver con una supuesta posición de izquierda, sino con el hecho de que su plan de «cambio» no tiene norte.

Como si fuera poco, muchos dirigentes y militantes de izquierda han sido objeto de atentados, persecución, acoso judicial, estigmatización, marginación y múltiples formas de discriminación que han reforzado esa imagen espuria que aún prevalece en varios sectores de la sociedad, en los que todavía genera desconfianza.

Por otra parte, también es innegable que la izquierda ha cometido numerosas equivocaciones. Estos errores incluyen una absoluta falta de autocrítica, lo mismo que una terquedad ideológica, que hace imposible un acercamiento con otros partidos o movimientos, con los cuales se podrían conformar alianzas como las que se ven en países como Alemania, donde es normal ver gobiernos integrados por coaliciones variopintas, con miembros de distintos orígenes que deponen sus diferencias, en la búsqueda de objetivos comunes. Y si a todo esto sumamos los inocultables codazos, celos y zancadillas entre los líderes de los partidos alternativos, las perspectivas son poco prometedoras.

Dicho todo lo anterior, lo que ocurre con Gustavo Petro no tiene mucho que ver con una supuesta posición de izquierda, sino con el hecho de que su plan de “cambio” no tiene norte –el lío de los pasaportes es apenas otro botón de muestra–. Ni siquiera ha planteado un “revolcón” como el que, por ejemplo, anunció en su momento César Gaviria, sino que ha armado un despelote descomunal, en el que hay más idolatría que ideología.

En resumidas cuentas, insisto en que el problema del presidente no es que sea de izquierda, que sea megalómano, que sea cabeciduro ni que haya sido guerrillero. No. El gran problema de Petro es que es un tipo caótico.

VLADDO
puntoyaparte@vladdo.com

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Más idolatría que ideología

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28.02.2024

Aunque en Colombia se había dado una rotación entre movimientos y partidos políticos, lo cierto es que hasta el 2022 no había habido una propuesta política tan disruptiva como la que representa Gustavo Petro, pues desde los gobiernos liberales hasta los conservadores, pasando por los autodenominados independientes o multipartidistas, el modelo económico o social nunca se había puesto en tela de juicio ni había sido objeto de un sacudón como el que pretende producir el líder del Pacto Histórico, apelando a los postulados de la izquierda, que tanto inquietan a una buena parte de la sociedad.

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Ahora bien: ¿es la izquierda per se tan peligrosa como algunos creen? ¿Es la antesala de la catástrofe que tantos otros pregonan?

A juzgar por lo que ocurre en el primer mundo, no debería haber motivo de preocupación, pues en esas democracias la alternancia en la administración del Estado es real, y el manejo de los hilos del poder se lo turnan con cierta........

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