A propósito de la llegada de diciembre, me robo estos apuntes navideños de Aleida, recuperados de las columnas que ella solía publicar en la revista Aló, y que nos vienen ahora como anillo al dedo.

(También le puede interesar: Sesenta años después)

Otra vez Navidad. Cuando en las emisoras empiezan a pasar sus consabidos sonsonetes decembrinos, a mí me comienza a dar una tembladerita que no se me quita sino por allá hasta la segunda semana de enero, después de ver que ya pasaron todas las fiestas de final y comienzo de año. Es que cada vez me parece que los años son más corticos o duran menos. Cuando yo estaba chiquita, la celebración, y en general todo lo relacionado con la Navidad, era algo muy remoto. La única cosa que les competía a los festejos de la Navidad era el cumpleaños, con la diferencia de que esta fecha nadie se la recuerda a uno en la radio, ni en los almacenes, ni en las vitrinas o las revistas.

Ahora en un abrir y cerrar de ojos toca volver a correr como loca a comprar regalos, adornar la casa, cuadrar las vacaciones –con los tiquetes de avión literalmente por las nubes– e irse de compras a los centros comerciales, a los que por esta época no les cabe un tinto por dentro ni por fuera; es decir, en los parqueaderos.

* * *
Aquellos diciembres. Una de las cosas más sabrosas de antes era la expectativa con la que uno aguardaba la llegada de los villancicos, pues generalmente venían acompañados de natilla, buñuelos, tamales y todas esas delicias que solo se disfrutaban así en esos días del año. Y digo disfrutaban porque hoy las cosas son a otro precio ¡...y a otro peso! En aquellos tiempos uno no se preocupaba por los kilos que se ganaba en diciembre ni por las calorías que consumía. En otras palabras, a los buñuelos no les decíamos ‘harinas’ ni a los tamales ‘fuente de carbohidratos’. Las grasas no eran un ‘enemigo silencioso’, el azúcar no era un ‘veneno’ ni sabíamos que había un colesterol bueno y un colesterol malo.

En otros tiempos, a los buñuelos no les decíamos ‘harinas’ ni a los tamales ‘fuente de carbohidratos’. Las grasas no eran un ‘enemigo silencioso’ y el azúcar no era un ‘veneno’.

* * *
La nostalgia navideña. Otra de las razones por las cuales me pongo hipersensible en estas épocas de fin de año es porque se me alborota la nostalgia. Nostalgia por los familiares y amigos que no están presentes –o por los que se fueron del todo–, por la pareja que se encuentra lejos, por el cuerpo de la juventud y, desde luego, por la licencia de ser irresponsable que se tenía en la adolescencia, cuando uno creía que era inmortal, invencible y estéril.

* * *
A paso de tortuga. Ya para concluir, no está de más recordar que a partir de la segunda semana de diciembre –y en muchos casos desde antes– este país empieza a funcionar a media marcha; ya casi nadie da citas de trabajo y los que las dan no las cumplen. En cambio, el tráfico en las ciudades se multiplica por mil, manejar un carro se convierte en una actividad insoportable y, como si fuera poco, la delincuencia se desboca.

* * *
A modo de colofón, debo confesar que, además de que coincido con todas las inquietudes señaladas arriba por Aleida, yo era un verdadero grinch; a tal punto que los típicos colores verde y rojo estaban prácticamente proscritos en mi casa. Sin embargo, en los meses recientes he cambiado de parecer y, por alguna razón inexplicable, me da la impresión de que se me está quitando esa alergia que durante tantos años sentía en esta época del año. Incluso, hasta pienso armar un arbolito de Navidad, con adornos, luces y todo.

¿Me habrá picado algún bicho raro? ¿Tendré que pedirle cita a la psicóloga? ¿O será un síntoma normal de sensatez, cuando uno está a punto de convertirse en ‘sesentennial’...?

VLADDO
puntoyaparte@vladdo.com

(Lea todas las columnas de Vladdo en EL TIEMPO, aquí)

QOSHE - Regreso a la Navidad - Vladdo
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Regreso a la Navidad

6 0
29.11.2023

A propósito de la llegada de diciembre, me robo estos apuntes navideños de Aleida, recuperados de las columnas que ella solía publicar en la revista Aló, y que nos vienen ahora como anillo al dedo.

(También le puede interesar: Sesenta años después)

Otra vez Navidad. Cuando en las emisoras empiezan a pasar sus consabidos sonsonetes decembrinos, a mí me comienza a dar una tembladerita que no se me quita sino por allá hasta la segunda semana de enero, después de ver que ya pasaron todas las fiestas de final y comienzo de año. Es que cada vez me parece que los años son más corticos o duran menos. Cuando yo estaba chiquita, la celebración, y en general todo lo relacionado con la Navidad, era algo muy remoto. La única cosa que les competía a los festejos de la Navidad era el cumpleaños, con la diferencia de que esta fecha nadie se la recuerda a uno en la radio, ni en los almacenes, ni en las vitrinas o las revistas.

Ahora en un abrir y cerrar de........

© El Tiempo


Get it on Google Play