No puedo terminar este 2023 sin desempolvar el libro Osuna de frente, publicado por El Áncora Editores en diciembre de 1983, y que fue la primera recopilación de trabajos del maestro Héctor Osuna, que empezó su carrera en El Siglo, el 7 de marzo de 1959. Además de caricaturas, contiene una selección de retratos y bocetos de personajes nacionales y extranjeros, elaborados en diversas técnicas por este extraordinario fisonomista.

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También trae dos ensayos a modo de prólogos, escritos por Gabriel García Márquez y Álvaro Gómez Hurtado. El de Gabo, más centrado en la figura de Osuna, y el de Gómez, enfocado en el quehacer periodístico del caricaturista.

Muchas cosas han cambiado desde la salida a la calle de aquel volumen, del que se imprimieron 20.000 ejemplares, un tiraje impensable en la actualidad. En aquellos años, el de los libros y el de los periódicos eran dos mundos paralelos –y muchas veces complementarios– que gozaban de cabal salud. Publicar el trabajo en un diario era la aspiración máxima de todo reportero, fotógrafo o caricaturista, y cuando uno lo conseguía, se convertía casi en un prócer entre sus familiares y amigos.

El caso del caricaturista Osuna, que ya llevaba varias décadas en El Espectador, era muy especial en la prensa colombiana, pues a pesar de que sus ‘Rasgos y rasguños’ no aparecían en el matutino de mayor tiraje –que era EL TIEMPO–, él se había convertido en el más comentado e influyente de los caricaturistas nacionales, en una época en que la prensa escrita tenía un prestigio indiscutible y los dibujos satíricos, una gran aceptación.

Hoy, se pretende que las caricaturas sean “políticamente correctas”, lo cual iría en contra de su propia esencia. No hay nada más decepcionante que una caricatura inane, intrascendente, que no le produce ninguna reacción al lector. Las caricaturas editoriales deben ser punzantes, irreverentes e incómodas. Así eran incluso en los tiempos de las poderosas monarquías europeas, cuando hasta los reyes eran blanco de las afiladas plumas de los dibujantes de la prensa, que los representaban deformes o con apariencia de animales, plantas, duendes, monstruos, etcétera.

Gracias a la férrea defensa de su independencia, para Osuna no ha habido temas vedados ni políticos intocables.

No en vano, en su prólogo, Gómez decía que “en el escenario de la vida pública, donde se causan y se reciben heridas, la presencia punzante del caricaturista es un hecho natural. La sociedad ha creado para él un estado de privilegio que le permite agredir sin responder, insinuar sin comprobar. Esta inmunidad se considera indispensable para el ejercicio de la sátira y hoy forma parte del conjunto de garantías que constituye nuestro invaluable sistema de libertad de prensa”.

En las casi 200 páginas del libro, se nota que Osuna siempre ha puesto en práctica los postulados de los que hablaba Gómez, y no solo ha exigido siempre total autonomía para realizar su trabajo sin interferencia de los directores de los medios donde ha estado, sino que sus caricaturas han sido un dolor de cabeza para tirios y troyanos.

Gracias a la férrea defensa de su independencia, para Osuna no ha habido temas vedados ni políticos intocables, tal y como se puede apreciar en esa antología, curada y contextualizada por el periodista Álvaro Montoya Gómez (quien también terminó seducido por esa tentación de opinar a punta de dibujos, pero ese es otro tema).A finales de los ochenta, cuando yo era caricaturista de El Siglo, Álvaro Gómez, el director, me aconsejó guardar los originales de mis dibujos, para hacer algún día un libro. “Los libros no dan plata pero consagran”, decía.

Esta historia es distinta, pues Osuna ya se había consagrado mucho antes de la publicación de su primer libro. Sin embargo, cuatro décadas después, vale la pena repasarlo para entender mejor por qué ha sido el más grande de nuestros caricaturistas.

VLADDO
puntoyaparte@vladdo.com

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Un libro para releer

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13.12.2023

No puedo terminar este 2023 sin desempolvar el libro Osuna de frente, publicado por El Áncora Editores en diciembre de 1983, y que fue la primera recopilación de trabajos del maestro Héctor Osuna, que empezó su carrera en El Siglo, el 7 de marzo de 1959. Además de caricaturas, contiene una selección de retratos y bocetos de personajes nacionales y extranjeros, elaborados en diversas técnicas por este extraordinario fisonomista.

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También trae dos ensayos a modo de prólogos, escritos por Gabriel García Márquez y Álvaro Gómez Hurtado. El de Gabo, más centrado en la figura de Osuna, y el de Gómez, enfocado en el quehacer periodístico del caricaturista.

Muchas cosas han cambiado desde la salida a la calle de aquel volumen, del que se imprimieron 20.000 ejemplares, un tiraje impensable en la actualidad. En aquellos años, el de los libros y el de los periódicos eran dos mundos paralelos –y muchas veces complementarios–........

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