Con algo de resistencia me embarqué en un viaje a Arabia Saudita, Omán y Emiratos Árabes para ir al encuentro anual de Young Global Leaders del Foro Económico Mundial. Decidí alojarme con locales y hacer todo lo que me dijeran que debía hacer estando allá. Me entregué a la experiencia con apertura y sin leer nada adicional para no sesgarme y aproveché e hice muchas preguntas, con respeto, sobre lo que me inquietaba de la cultura y de la situación de las mujeres en esa región. Interesantemente, ellos y ellas saben lo que los occidentales pensamos de ellos (y sobre todo de ellas) y no están para nada conformes.

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Arabia Saudita y Emiratos Árabes han avanzado tanto en los últimos 10 años que es imposible reconocerlos socialmente o en términos de infraestructura si no se han visitado en la última década. Hace 10 años, las mujeres no podían salir solas a la calle, no podían manejar, no podían tener propiedades, no podían divorciarse, no tenían derechos sobre sus hijos/as, no podían estudiar la carrera que quisieran, no podían hacer trámites bancarios ni legales sin la presencia de su padre o esposo, no podían mostrar ninguna parte de su cuerpo, y un largo etcétera. Ese era el Golfo al que yo pensé que iba a enfrentarme. Sin embargo, me encontré con mujeres ejecutivas quienes son las primeras en ser socias de sus firmas, las primeras en manejar, las primeras en tener su propio patrimonio, las primeras en decidir cuándo quieren casarse y si quieren tener hijos/as, las primeras en divorciarse, las primeras en demandar al Estado para poder estudiar lo que ellas quisieran (que per se es una hazaña en una monarquía). Me encontré con mujeres sin hiyab que aun así usan abayas porque culturalmente se sienten cómodas y hace parte de su identidad, (hoy en día las mujeres no están obligadas a vestir de ninguna manera en particular, pues la policía religiosa dejó de existir casi de un día para otro). Sobre todo, me encontré con mujeres que no quieren ser descritas por otros desde una perspectiva occidental enjuiciadora y victimizante, sino que quieren hablar por ellas mismas y representar su cultura y su religión como ellas quieren. Me encontré con la ironía absoluta de sentirme más segura como mujer en un país musulmán que en el país de América con más derechos para las mujeres, más tranquila de deambular sola.

Me encontré con la ironía absoluta de sentirme más segura como mujer en un país musulmán que en el país de América con más derechos para las mujeres.

Las mujeres con las que interactué por supuesto no representan a la gran mayoría de mujeres en el Golfo, son mujeres privilegiadas que estudiaron en la universidad y han podido adquirir poder y libertad a medida que sus países avanzan de manera vertiginosa (gracias al petróleo), creando las ciudades y las tecnologías más modernas y fascinantes del mundo. Interesantemente, la competencia en la que el golfo árabe se embarcó ha logrado ciertas libertades y derechos implícitos para las mujeres. Y, sin embargo, seguimos pensando que lo único que hay en ese lugar del mundo es desierto y mujeres subyugadas cubiertas de pies a cabeza. Entendí que allá les pasa lo mismo que nos pasa a los colombianos/as; han sido otros/as en el exterior quienes han decidido cuál es nuestra historia y nuestra realidad. Han decidido qué historias contar y cuáles invisibilizar. Han sido las películas, las series, los medios, incluso los/as académicos/as, quienes han proyectado una imagen de Colombia que para nosotros/as es reduccionista y ofensiva. Entendí que es exactamente lo que les pasa a los árabes, y a las mujeres árabes en particular. El anhelo más grande de ellas es que ellas mismas puedan emplear su propia voz para contar su historia, y puedan recibirnos en sus países para que lo veamos por nosotros/as mismos/as. Que no seamos nosotros/as quienes decidimos su historia y su porvenir.

MIA PERDOMO

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Rompiendo los estereotipos occidentales

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27.12.2023

Con algo de resistencia me embarqué en un viaje a Arabia Saudita, Omán y Emiratos Árabes para ir al encuentro anual de Young Global Leaders del Foro Económico Mundial. Decidí alojarme con locales y hacer todo lo que me dijeran que debía hacer estando allá. Me entregué a la experiencia con apertura y sin leer nada adicional para no sesgarme y aproveché e hice muchas preguntas, con respeto, sobre lo que me inquietaba de la cultura y de la situación de las mujeres en esa región. Interesantemente, ellos y ellas saben lo que los occidentales pensamos de ellos (y sobre todo de ellas) y no están para nada conformes.

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Arabia Saudita y Emiratos Árabes han avanzado tanto en los últimos 10 años que es imposible reconocerlos socialmente o en términos de infraestructura si no se han visitado en la última década. Hace 10 años, las mujeres no podían salir solas a la calle, no podían manejar, no podían tener propiedades, no........

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