Ni Facebook, ni Instagram, ni Twitter, X, o como demonios se llame ahora. He dejado de usar las tres. Y las otras, como Tik Tok, Twitch y las demás, nunca las tuve. Así que ninguna. Cero. Pa’fuera. A partir de la semana pasada mis artículos como este que leen dejé de subirlos a Twitter y mis fotos de ahora en adelante serán mías y nada más que mías. Se preguntarán ustedes a qué se debe este súbito ánimo iconoclasta, ¿qué nueva teja se le corrió al español?, ninguna. Es una decisión que llevaba mucho tiempo meditando y al final me decidí. No sé si los resultados serán buenos. En uno o dos meses les diré. Quizá recaeré en el vicio y volveré a instalarme todas las redes sociales. O, quizá no, y me liberaré de la adicción para siempre. Ya les diré.

Mis motivos son muy sencillos y todos ustedes los entenderán. Twitter es una fábrica de odio y Facebook e Instagram me robaban demasiado tiempo. Lo segundo es tan obvio que la necesidad de explicarlo casi carece de sentido. Cualquiera que use frecuentemente Facebook o Instagram sabe perfectamente que son dos sumideros de tiempo que, además, están diseñados para que el tiempo que te quitan sea cada vez mayor. A mí, por ejemplo, el algoritmo me ofrecía siempre imágenes y videos de mis aficiones (no les diré cuáles, porque la mayoría son lamentablemente nerdas), con lo que a veces me descubría a mí mismo atado a la pantallita durante media hora o más. Respecto a Twitter la cosa es más retorcida. Yo lo usaba en esencia como instrumento de información y noticias, pero es inevitable que acabes viendo qué temas están de actualidad y leyendo las opiniones de la gente. A los pocos minutos de hacerlo quieres huir. Todo el mundo está enfadado, conspiranoico, lleno de odio y con ganas de liberar todos sus malos sentimientos en unas pocas frases. Acaban contagiándote o, como mínimo, amargándote la tarde.

Con lo que me he quitado de todo. De golpe. Sin medias tintas, ni tonterías. Soy como un politoxicómano tratando de desengancharse. Lleno de buenas intenciones, pero plenamente consciente de su debilidad. No pido ayuda, pero sí misericordia. De los que me rodean, de la Gracia Divina, de todo aquel que pueda echar una mano en estos momentos de turbación. A esto hemos llegado, que nos quitan el celular y no sabemos qué hacer con nuestras vidas. La condición humana cada día es menos triste y más ridícula. Ya no vivimos atenazados por el miedo a morir, sino por el aburrimiento de vivir.

*Universidad Autónoma de Barcelona.

QOSHE - Adiós, redes sociales - Alfredo Ramírez Nárdiz
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Adiós, redes sociales

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12.03.2024

Ni Facebook, ni Instagram, ni Twitter, X, o como demonios se llame ahora. He dejado de usar las tres. Y las otras, como Tik Tok, Twitch y las demás, nunca las tuve. Así que ninguna. Cero. Pa’fuera. A partir de la semana pasada mis artículos como este que leen dejé de subirlos a Twitter y mis fotos de ahora en adelante serán mías y nada más que mías. Se preguntarán ustedes a qué se debe este súbito ánimo iconoclasta, ¿qué nueva teja se le corrió al español?, ninguna. Es una decisión que llevaba mucho tiempo meditando y al final me decidí. No sé si los resultados serán buenos. En uno o dos meses les diré. Quizá........

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