Segunda parte de la columna de la semana pasada. Se van sabiendo más noticias poco edificantes de diversas universidades. Noticias que hablan de manejos económicos dudosos hechos por las autoridades administrativas. Millones gastados en actividades ajenas a la docencia, a la investigación y a la calidad universitarias, mientras las infraestructuras envejecen y a los alumnos se les exigen pagos cada vez mayores por sus estudios. ¿Es esto algo nuevo o viene de antes?

La respuesta es evidente. Les contaré dos casos. El primero es el de aquel profesor (le cambiamos el sexo para disimular) que dirigía la concesión de clases de postgrado (fuente de ingresos complementaria para muchos profesores a los que el sueldo no les llega para gran cosa, pero que, sumando los complementos por postgrados impartidos, logran algo más decente) bajo el admirable criterio de que todo aquel que impartiera un postgrado dentro de su área de influencia debía darle a él, como si de un impuesto revolucionario se tratase, un porcentaje de los beneficios. Con lo que el buen señor, sin hacer nada más allá de decidir quién impartía qué materias (bajo el criterio del interés, que no de la aptitud), todos los fines de semana se embolsaba una generosa suma.

¿Tenía suficiente con ello? Para nada, pues fue cuestión de tiempo que llegara a la conclusión de que no era necesario ceder esas lucrativas clases de postgrado a nadie pudiendo darlas él mismo. ¿Varios módulos de diferentes materias al mismo tiempo? ¿Acaso este señor era el diablo y tenía capacidad de bilocarse? ¿Quizá tuviera habilidades de jugador de ajedrez empeñado en batir el récord de partidas simultáneas? Fuera lo que fuese, se volvió habitual que impartiera varios módulos de postgrado simultáneamente. Con lo que usted paga 20 millones por una maestría y descubre que su profesor ni sabe de lo que habla, ni habla, porque ni siquiera está presente en sus horas docentes.

Segundo caso: miles de millones dedicados a construir un edificio desaparecidos misteriosamente. ¿Responsable? Nadie. ¿El dinero apareció? No. ¿Es realmente tan extraño que pasen estas cosas en la universidad colombiana? Por supuesto que no. ¿Acaso no pasan en cualquier otro ámbito político, económico y social del país? ¿No hay rosca, corrupción y despilfarro allá donde se mire? La universidad no es una excepción o una anomalía. La universidad es el reflejo del país. Y este país, al que tanto quiero, tristemente es así.

*Universidad Autónoma de Barcelona.

QOSHE - La universidad en Colombia (2) - Alfredo Ramírez Nárdiz
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

La universidad en Colombia (2)

15 0
16.04.2024

Segunda parte de la columna de la semana pasada. Se van sabiendo más noticias poco edificantes de diversas universidades. Noticias que hablan de manejos económicos dudosos hechos por las autoridades administrativas. Millones gastados en actividades ajenas a la docencia, a la investigación y a la calidad universitarias, mientras las infraestructuras envejecen y a los alumnos se les exigen pagos cada vez mayores por sus estudios. ¿Es esto algo nuevo o viene de antes?

La respuesta es evidente. Les contaré dos casos. El primero es el de aquel profesor (le cambiamos el sexo para disimular) que dirigía la concesión de clases........

© El Universal


Get it on Google Play