Yo fui profesor universitario en Colombia durante, más o menos, siete años. De grado y de postgrado. De lo segundo en multitud de universidades en todo el país. Varias fueron las cosas que me quedaron claras. En primer lugar, que el entusiasmo y motivación de los alumnos colombianos supera en mucho al de la mayoría de sus profesores y sobrepasa tremendamente al de los alumnos de mi país de origen, en el que ahora imparto clase, España. Creo tener claro el porqué: cuando eres un alumno universitario en un país en el que apenas un porcentaje muy bajo de la población tiene estudios universitarios y donde la enseñanza universitaria es muy costosa, eres consciente del privilegio que es estudiar y tratas de aprovecharlo al máximo. En segundo lugar, otra cosa que aprendí de mi experiencia es que el nivel de profesionalidad en los cuerpos docentes y particularmente en los cuerpos directivos de las universidades colombianas es muchas veces mejorable.

Hay universidades de élite con instalaciones sorprendentes (he visto universidades que ofrecen lugares de ocio con consolas de última generación o bicicletas estáticas con cuyo uso se carga el celular) y universidades no tan de élite con instalaciones deplorables (en alguna que otra debes ir con la mirada en las nubes, pero no como muestra de admiración por Aristófanes, sino porque se te puede caer una cornisa en la cabeza), pero en casi ninguna he visto una excelencia simultánea en los cuerpos docentes y directivos. Muchas veces, al menos en el Derecho, que es donde yo me muevo, los cuerpos docentes estaban formados por profesionales en ejercicio, pero no por profesionales de la docencia y la investigación, con lo que, si bien el conocimiento práctico era elevado, el teórico era bajo. Respecto de los cuerpos directivos he llegado a asistir a celebraciones del esperpento con rectores que parecían pastores evangélicos dirigiéndose a su congregación o presidentes en cuyas inflexiones de voz se percibía un notable consumo de bebidas espirituosas.

Recientemente, en una universidad que aprecio mucho y cuyo nombre no daré, se ha producido la lamentable situación de tener que cancelar un acto académico porque en él se iba a homenajear a una persona no querida por la dirección. Universidad, además, en huelga por, entre otras causas, el maltrato de sus directivos a sus profesores. ¿Pueden permitirse estas cosas en una universidad? Por supuesto que no. Pero pasan cada día. Y así vamos.

*Universidad Autónoma de Barcelona.

QOSHE - La universidad en Colombia - Alfredo Ramírez Nárdiz
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La universidad en Colombia

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09.04.2024

Yo fui profesor universitario en Colombia durante, más o menos, siete años. De grado y de postgrado. De lo segundo en multitud de universidades en todo el país. Varias fueron las cosas que me quedaron claras. En primer lugar, que el entusiasmo y motivación de los alumnos colombianos supera en mucho al de la mayoría de sus profesores y sobrepasa tremendamente al de los alumnos de mi país de origen, en el que ahora imparto clase, España. Creo tener claro el porqué: cuando eres un alumno universitario en un país en el que apenas un porcentaje muy bajo de la población tiene estudios universitarios y donde la enseñanza........

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