Dar malas noticias, avisar que cosas desagradables van a pasar, ser el heraldo de la desgracia, no es algo que le guste a nadie. Menos aun a los políticos. Si por algo se caracterizan nuestros hombres y mujeres públicos no es por decirnos lo que debemos oír, sino lo que queremos oír. Incluso si eso le supone mentir, un político medio prefiere mil veces dar una buena noticia, ya sea mentira, que una mala noticia, aunque sea la verdad. En general, la verdad, si es desagradable, no es bien recibida. Al contrario, hace que su portador sea asociado con aquello que porta. Y ningún político, que en una democracia vive de la opinión pública, desea ser asociado con las malas noticias. Así que, es tristemente habitual que, incluso en las peores coyunturas, aquellas en las que todo el mundo está de acuerdo en que las cosas están mal, pero mal de verdad, los políticos, especialmente si son del Gobierno, nos digan justo lo contrario, que todo está bien, que no hay nada de qué preocuparse y que el futuro brilla resplandeciente delante nuestro.

Por todo lo anterior, resulta tan sorprendente el discurso inaugural que Milei dio en Argentina la semana pasada. Se presentó delante de una multitud y con toda la naturalidad dijo: miren ustedes, los que me han precedido lo han hecho fatal, si queremos que esto salga adelante prepárense todos para un fuerte ajuste económico, se avecinan tiempos duros. No escucharán muchos discursos de toma de posesión de este tipo. Por lo general, suelen ser eufóricos y entusiastas. Todo lo que viene será maravilloso y conmigo todos seremos guapos, listos y felices. Milei no actuó así. Milei, en una frase destinada a pasar a la historia, les dijo a los argentinos: no hay plata.

Reconozco que me parece una actitud admirable. Más aún en Latinoamérica, donde es lamentablemente habitual que los gobernantes traten a los ciudadanos como a tontitos a los que se puede engañar sin que eso tenga mayores consecuencias. Se suele caracterizar a Milei como populista, y desde luego, tiene muchos de los rasgos típicos del populismo (líder mesiánico, división social entre buen pueblo y anti-pueblo, identificación de un enemigo), pero la madurez con la que trató a sus conciudadanos es digna de elogio. Propia de un gobernante que, quizá sí, ojalá, tome medidas racionales que ayuden a Argentina a ser aquello que estaba destinada a ser. ¡Ojalá los políticos nos trataran siempre como a personas adultas y no como a niños inmaduros!

*Universidad Autónoma de Barcelona.

QOSHE - No hay plata - Alfredo Ramírez Nárdiz
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No hay plata

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19.12.2023

Dar malas noticias, avisar que cosas desagradables van a pasar, ser el heraldo de la desgracia, no es algo que le guste a nadie. Menos aun a los políticos. Si por algo se caracterizan nuestros hombres y mujeres públicos no es por decirnos lo que debemos oír, sino lo que queremos oír. Incluso si eso le supone mentir, un político medio prefiere mil veces dar una buena noticia, ya sea mentira, que una mala noticia, aunque sea la verdad. En general, la verdad, si es desagradable, no es bien recibida. Al contrario, hace que su portador sea asociado con aquello que porta. Y ningún político, que en una democracia vive de la........

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