En nuestra herencia caribeña, existe una persona adosada a las tiendas de barrios... Por los rapitenderos están desapareciendo paulatinamente. Se trata del auxiliar de tenderos o bacán de tiendas.

Existió en Manga un bacán que gustaba mucho del “tabaquito risueño” los fines de semana, quien, estando la muchachada en la tienda jugando dominó, nos relataba historias sacadas de una trenza imaginativa, en donde las circunstancias narradas nos producían carcajadas interminables, donde el eco de la risa parecía no tener fin.

Una vez relató que, en cierta ocasión, el tendero le pidió llevar unos documentos a “Transportes La Costeña”, establecimiento en las cercanías del Castillo San Felipe de Barajas.

Yendo a cumplir con su encargo, iba caminando por las faldas del Castillo San Felipe cuando, siendo las 11 a. m. y después de mirar para todos lados, decidió prender su “tabaquito risueño” sin importarle el sol abrazador y canicular de la hora, presumiendo que no habría caminante alguno por esos lares; tranquilamente y disfrutando del momento, prendió su faso. Cuando el pitillo iba por la mitad, se dio cuenta de que desde la explanada venía un policía, quien lo había visto fijamente en su actuar ilícito; el agente inició un caminar raudo, pero al mismo tiempo disimulado como para pillarlo infraganti. El bacán, dándose cuenta del accionar, pensando qué hacer en esas ráfagas de segundos que le quedaban para no perder su “trabajo” y, al mismo tiempo, sintiéndose perdido, nos contó que tuvo un momento de iluminación mental: decidió fumarse el tabaco en tres aspiraciones, como si fuera una ametralladora; en un solo instante acabó con casi todo, dejando solo una mínima calilla residual, la que envolvió con su lengua y se tragó de una, y a cuyo paso por la garganta le hizo botar humo hasta por los oídos.

El policía, al darse cuenta de la acción, viendo consumida, literal, la prueba del delito para encanarlo, pasó muy suavemente a su lado mascullándole entre dientes: “Culo e’ perro, ah”. No podíamos de la risa cuando nos dijo que el cuento no había terminado aún, y que faltaba lo mejor.

Ese mismo policía, meses después, en el mismo playón, se escondió y le pilló justo en el momento que estaba prendiendo “el humo de borracho”, pero esta vez sí tuvo que botarlo al suelo. El polocho le preguntó, recogiendo esta vez la prueba del piso aún prendida: “¿Y esto qué es?”. Él respondió: “Un cigarrillo Luky”. El agente recogió el cigarro, haciendo lo mismo que él la vez pasada, dándole tres patadas de una y, tragándose el humo, balbucéale con voz entrecortada y medio tosiendo: “¡Iraaaa, y que Luky!”. Rieron a carcajadas los dos, luego se fueron caminando, haciéndose amigos para siempre.

Nunca supe si esta historia era ficción.

QOSHE - El bacán de tienda - César Angulo Arrieta
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El bacán de tienda

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16.12.2023

En nuestra herencia caribeña, existe una persona adosada a las tiendas de barrios... Por los rapitenderos están desapareciendo paulatinamente. Se trata del auxiliar de tenderos o bacán de tiendas.

Existió en Manga un bacán que gustaba mucho del “tabaquito risueño” los fines de semana, quien, estando la muchachada en la tienda jugando dominó, nos relataba historias sacadas de una trenza imaginativa, en donde las circunstancias narradas nos producían carcajadas interminables, donde el eco de la risa parecía no tener fin.

Una vez relató que, en cierta ocasión, el tendero le pidió llevar unos documentos a “Transportes La Costeña”, establecimiento en las cercanías del Castillo San........

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