Hoy, llevando a mi hija a su última clase de manejo, me encontré con el trancón para salir de Bocagrande, frente a la bahía de Cartagena. En pleno atasco, tuve un enfrentamiento con dos ‘zapaticos’ (taxis) que intentaron pasarme desafiando mi posición en la fila; la sangre me hirvió y actué en mi subconsciente a nombre de todos, como un león defendiendo su territorio, cerrándoles el paso. Quisieron mancillar mi buen andar, pasando delante de mis narices cual bobo inoperante; fui aplaudido hasta por el policía de Tránsito que dirigía la situación caótica en ese momento.

Recordé cómo hace 15 años visité a una psicóloga por primera vez siendo adulto, motivado por la recomendación de mi esposa, quien veía la ansiedad que sentía al conducir. De estudiante había ido de recocha donde la psicóloga del colegio, para escaparme de una que otra clase aburrida.

En esa ocasión, hace una década y un lustro, me senté frente a la profesional sin saber por dónde empezar, los segundos fueron eternos, hasta que me dijo: “¿Cuéntame qué te trae aquí?” Respondí: “Me prometes no reír”. Ella suavemente dijo: “Estoy acostumbrada a las ocurrencias de la gente”, para mis adentros, riendo internamente pensé, “será de sus locuras”.

Me indicó que cerrara los ojos e imaginara la situación que me incomodaba allí mismo; así lo hice, lo que facilitó contarle mi problema: “Doctora, los ‘zapaticos’ (taxis) me están volviendo loco”. Ella, en su sabiduría profesional, me preguntó: “¿Qué profesión tienes?”. Respondí: “Contador Público”. Mirándome pausadamente manifestó: “Ah, ok., ¿cuál es la época del año en la que más trabajas?”. “Cuando vienen las declaraciones de renta”, contesté. Me manifestó que ella tenía la solución: una terapia que yo debía cumplir a cabalidad para atemperar mi siquis y ver cómo, al pasar de los días, cambiaría mi perspectiva de esos señores. “¿Qué debo hacer, porfa?”, respondí. Con toda calma me dijo: “Bueno..., imagínate que los ‘zapaticos’ están haciendo declaraciones de renta, que están trabajando”. Dicho y hecho, cada vez que me iban a pasar me acordaba de la terapia, funcionó perfectamente hasta hoy. Creo que debo que ir de nuevo y, agregarle, además, ahora, las motos; sus conductores se creen que van en carros pues manejan sin ningún tipo de temor, cerrando incluso a los vehículos de 4 ruedas.

En fin, la anécdota anterior la traigo a colación porque hay taxis en todas partes del mundo, pero los de aquí han adquirido mala fama; no todos son así, hay quienes honran la profesión de taxista. Creo que deberían, dentro de la expedición de su permiso para conducir, hacer cursos terapéuticos para mejorar su comportamiento en las vías, llevándonos a toda la ciudadanía un buen ejemplo al manejar, para no mirarlos como los “vivos” de las calles.

QOSHE - La batalla con los ‘zapaticos’ - César Angulo Arrieta
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La batalla con los ‘zapaticos’

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27.01.2024

Hoy, llevando a mi hija a su última clase de manejo, me encontré con el trancón para salir de Bocagrande, frente a la bahía de Cartagena. En pleno atasco, tuve un enfrentamiento con dos ‘zapaticos’ (taxis) que intentaron pasarme desafiando mi posición en la fila; la sangre me hirvió y actué en mi subconsciente a nombre de todos, como un león defendiendo su territorio, cerrándoles el paso. Quisieron mancillar mi buen andar, pasando delante de mis narices cual bobo inoperante; fui aplaudido hasta por el policía de Tránsito que dirigía la situación caótica en ese momento.

Recordé cómo hace 15 años visité a una psicóloga por primera vez siendo adulto, motivado por la recomendación de mi esposa, quien........

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