Dedicado a la memoria de mi suegro, Oswaldo Martínez Martínez, quien me decía: “No hay muerto malo”.

Le gustaba escuchar la historia que viví hace 40 años, cuando, en mis clases de tributaria, nuestro profesor Richard Tinoco citaba la frase atribuida a Benjamín Franklin en cuanto a la obligación que tenemos los humanos, apenas abrimos los ojos, que dice: “En la vida hay dos cosas seguras cuando nacemos, la muerte y los impuestos”. Le relaté la historia varias veces, viendo en su cara cómo viajaba conmigo en el tiempo, haciendo incluso parte del silencio sepulcral que sentimos los alumnos en la clase, cuando nuestros ojos quedaron impávidos sin pestañear, escuchándose solo los latidos arrítmicos de los corazones allí presentes.

Se retrotraía conmigo gozando esa narrativa. Le decía que esas palabras, las de pagar impuestos, las vine a comprender muchos años después en el ejercicio profesional como contador público, aunque la forma de tributar tiene un solo camino, cada mente actúa diferencialmente llegado el momento de la paga. Le decía que, psicológicamente hablando, existían tres tipos de personas en uno solo individuo; mirándome de soslayo y tocándose el bigote-barba me decía: “Estás loco, ¿cómo así tres personas en una?”; le respondía que en uno solo está el que quiere pagar, el que medio quiere pagar y el que ni por el putas quiere pagar. Se reía de mi explicación, preguntándome qué les decía, mi respuesta siempre fue: “La tranquilidad cuesta, escoge cómo quieres dormir”.

Coincidimos que en nuestra cultura tendemos a no tener una perspectiva favorable de los tributos, tal vez por la mala ejecución que se atribuye de estos. Me pidió hacer un cómputo global de cuánto pagaba en el año; hicimos el ejercicio así: El porcentaje aproximado de tributación es del 35% de los ingresos anuales, un año tiene 12 meses, entonces, multiplicamos este factor, 35%, por el año, da como producto 4 meses. Quedó impactado con el resultado diciéndome: “¿Cómo así, se llevan 4 meses del sudor de mi frente?”; y eso, no lo quise agregar los impuestos prediales, vehicular, IVA, etc.

Nuestra charla continuó, le hablé incluso de que aún después de muertos seguimos pagando impuestos a través de la sucesión ilíquida, esta vez ya, con la mirada un poco turbada, me dijo: “De manera que hay dos purgatorios, el de aquí y el de allá”. Para sacarle una sonrisa le dije, te tengo la solución, mirándome incrédulo me preguntó: “¿Cuál es?”, le dije, cuando te vayas del mundo, vete como llegaste: “¿Cómo?”, me dijo. Mi respuesta fue: “Encuero, sin nada”. Le saqué una carcajada que viajará conmigo por siempre.

De herencia, nos dejaste una familia unida en amor; esto es el cielo en la tierra.

Vuela, Valdi, vuela.

QOSHE - Réquiem por unas palabras - César Angulo Arrieta
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Réquiem por unas palabras

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25.11.2023

Dedicado a la memoria de mi suegro, Oswaldo Martínez Martínez, quien me decía: “No hay muerto malo”.

Le gustaba escuchar la historia que viví hace 40 años, cuando, en mis clases de tributaria, nuestro profesor Richard Tinoco citaba la frase atribuida a Benjamín Franklin en cuanto a la obligación que tenemos los humanos, apenas abrimos los ojos, que dice: “En la vida hay dos cosas seguras cuando nacemos, la muerte y los impuestos”. Le relaté la historia varias veces, viendo en su cara cómo viajaba conmigo en el tiempo, haciendo incluso parte del silencio sepulcral que sentimos los alumnos en la clase, cuando nuestros ojos quedaron impávidos sin pestañear, escuchándose solo los........

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