El próximo domingo estaremos despidiendo 2023 y, en simultánea, daremos la bienvenida al 2024. Para algunos, La Fantástica incluida, 2023 fue un año perdido; para el mundo fue cruento, doloroso y vergonzante. Pocos lo despedirán con la nostalgia de gratos recuerdos, éxitos o alegrías. Cuando a las 11:55 p. m. suene “faltan cinco para las 12”, se supone que estaremos a 3.600 segundos del ocaso de un año y del nacimiento de otro. Al parecer, todos estaremos sincronizados al segundo. Un reciente artículo de Tom Vanderbilt sobre “la ciencia del segundo perfecto” revisa lo difícil de cuantificar un segundo.

Un segundo es tan fugaz como la felicidad misma, cuando lo percibimos ya no está, cuando lo sentimos ya se ha ido. Los científicos del Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST, por sus siglas en inglés) tienen una unidad de medida universal para cada cosa: el metro, el kilo, etc. Sin embargo, la unidad del tiempo, el segundo, no resulta tan fácil de medir como parecería. Durante mucho tiempo se basó en cálculos astronómicos: 1/86.400 de un día solar medio. Tan simple como falaz, la duración de un día es muy diferente a la del otro debido a la inclinación y la órbita elíptica de la Tierra.

En 1967 se redefinió el segundo como “la duración de 9.192.631.770 períodos de radiación correspondientes a la transición entre los dos niveles hiperfinos del estado fundamental del átomo de cesio 133”. Este sería el segundo hiper preciso que nos gobierna hoy. Se espera que los relojes del NIST se equivoquen en un segundo cada 300 millones de años. La pregunta lógica es: ¿Para qué tanta precisión? Hay varias respuestas: los operadores de Wall Street pagan mil dólares al mes para tener un tiempo más preciso; los teléfonos inteligentes y vehículos la requieren puesto que para que un GPS tenga una precisión de 15 metros se necesita una precisión de 50 nanosegundos; la red 5G exige mayor precisión y sincronización; sin tal precisión las torres de telefonía móvil fracasarían y las llamadas se cortarían frecuentemente; las redes eléctricas exigen exactitud total para evitar fallas o caídas de energía.

Dado que la mayoría de relojes tienen asincronía entre el tiempo atómico y el tiempo astronómico, el primero generalmente se detiene un segundo para que permitir que el astronómico se ponga al día y lo alcance y así se sincronizan cada día. A punta de mecánica cuántica, y a pesar de la conectividad global, es menester aceptar que, cuando celebremos el nuevo año, no existe el reloj perfecto y que, como dijo Proust, “el tiempo que tenemos es elástico; las pasiones que sentimos lo expanden, los sueños lo contraen; y el hábito llena lo que queda”.

*Profesor Universidad de Cartagena.

QOSHE - ¿Cuánto mide un segundo? - Carmelo Dueñas Castell
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¿Cuánto mide un segundo?

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27.12.2023

El próximo domingo estaremos despidiendo 2023 y, en simultánea, daremos la bienvenida al 2024. Para algunos, La Fantástica incluida, 2023 fue un año perdido; para el mundo fue cruento, doloroso y vergonzante. Pocos lo despedirán con la nostalgia de gratos recuerdos, éxitos o alegrías. Cuando a las 11:55 p. m. suene “faltan cinco para las 12”, se supone que estaremos a 3.600 segundos del ocaso de un año y del nacimiento de otro. Al parecer, todos estaremos sincronizados al segundo. Un reciente artículo de Tom Vanderbilt sobre “la ciencia del segundo perfecto” revisa lo difícil de cuantificar un segundo.

Un segundo es tan fugaz como la felicidad misma, cuando lo percibimos........

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