Es delgado, menudito y estilizado. Resulta fascinante su estridente color púrpura. Su nombre ya poco dice, puesto que uno de sus productos lo ha hecho más famoso. La toxina botulínica, descubierta hace unos 200 años, se dio a conocer por intoxicaciones alimenticias mortales, especialmente tras el consumo de productos enlatados. Los entendidos lo llaman Clostridium botulinum. La poderosa toxina ocasiona el botulismo que se caracteriza por una parálisis muscular que rápidamente causa la muerte por falla respiratoria. Fue prohibida por la Convención de Ginebra como arma de destrucción masiva dado que una ínfima cantidad, como un grano de mostaza, es capaz de matar varias personas. Por décadas ha sido usada en el manejo de algunas enfermedades neurológicas con movimientos anormales, contracturas musculares crónicas, la incontinencia urinaria, la sudoración excesiva, la formación exagerada de saliva y una larga lista de patologías en las cuales ha demostrado efectos benéficos, lamentablemente temporales. Accidentalmente, hace más de 30 años, se descubrió que podría hacer desaparecer las arrugas faciales. Con las resultas que hoy por hoy varios cientos de millones de personas se lo aplican periódicamente como cosmético. Las arrugas se producen por el inexorable paso de los años y la natural pérdida de la firmeza y elasticidad de los tejidos que soportan la piel. Se han propuesto estrategias para prevenir las arrugas como buena nutrición, hidratación, ejercicio y evitar alcohol. Sin embargo, el botox ha sido propuesta como la solución más rápida.

Algo así, dicen los que saben, ocurre allá adentro, en lo más profundo de cada ser humano. Con los años, las desgracias, los fracasos, las inevitables pérdidas y fallecimientos de seres queridos, así como la falta de esperanza y frustraciones por no haber logrado lo que se desea, generan unos cambios allí que podrían denominarse arrugas en el alma. Ellas, como las otras, pueden desfigurar y producir ideas de minusvalía, depresión, ansiedad y trastornos mentales más graves. Un libro, que nunca leeré, “Botox para el alma”, dice tener la receta de ese cosmético para el alma y su autora afirma que ayuda a comprender cómo se presentan esas arrugas en el alma y cómo se pueden borrar. Tengo para mí que, como las primeras, estas últimas arrugas, en su gran mayoría, es menester admitirlas como la huella normal del paso de la vida y mientras más intentemos ocultarlas, más imborrables se tornarán y lo que deberíamos hacer es aceptarlas como orgulloso y merecido blasón o estandarte y maravillosa evidencia de que hemos vivido. Lo decía Beauvoir: “Las arrugas de la piel son ese algo indescriptible que procede del alma”.

*Profesor Universidad de Cartagena.

QOSHE - Botox en el alma - Carmelo Dueñas Castell
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Botox en el alma

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13.03.2024

Es delgado, menudito y estilizado. Resulta fascinante su estridente color púrpura. Su nombre ya poco dice, puesto que uno de sus productos lo ha hecho más famoso. La toxina botulínica, descubierta hace unos 200 años, se dio a conocer por intoxicaciones alimenticias mortales, especialmente tras el consumo de productos enlatados. Los entendidos lo llaman Clostridium botulinum. La poderosa toxina ocasiona el botulismo que se caracteriza por una parálisis muscular que rápidamente causa la muerte por falla respiratoria. Fue prohibida por la Convención de Ginebra como arma de destrucción masiva dado que una ínfima cantidad, como un grano de mostaza, es capaz de matar varias personas.........

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