Hace unos días el maestro Mario Mendoza Orozco llamó mi atención sobre mi crasa ignorancia por no haber leído “Jacques el fatalista y su maestro”. Tengo para mí que fue una represalia intelectual por la ardua tarea que le impuse de enfrentar un difícil caso de su experticia en infectología. Más temprano que tarde lo leeré. El maestro Mendoza me hizo pensar en la prolífica obra de Diderot. Pero no en La Enciclopedia, gigantesca empresa editorial en que compiló toda la erudición al tiempo que encendió las luces de la ilustración. Por arte de birlibirloque, tal vez por mi ciego oscurantismo, pensé en “carta sobre los ciegos para uso de los que ven”. Diderot escribió su carta por dos razones: una, el milagroso acto de un médico al devolverle la vista a un ciego; y dos por Nicholas Saunderson, quien había quedado ciego muy niño con las resultas que desarrolló otras cualidades que le permitieron suplir con creces su aparente limitación y lo convirtieron en un genio matemático, profesor de la Universidad de Cambridge y creador de una de las primeras calculadoras portátiles. Usando el género epistolar, Diderot escribió un tratado filosófico en el que nos presenta todos los tipos de ceguera y al comparar un vidente con un ciego, esbozó la limitada percepción que tiene el primero y las abismales diferencias entre ilusión y realidad producidas por la falaz certeza de creer que todo lo ve. La carta es un reto a considerar que la vista no es la única ni la mejor forma de conocer la realidad y cuestiona todo dogma y a quienes promueven que hay una y solo una forma de adquirir el conocimiento, con lo que revolucionariamente promovió la libertad de pensamiento. Algo así pasa con el actual gobierno. Mentes perversas han querido ver en cada una de sus acciones todas las malsanas intenciones que en el mundo han sido. Yo, siguiendo a Diderot, asumo que el presidente ve lo que nosotros no podemos o no queremos ver y, por tanto, nos quiere llevar, no al caos y el desastre total, sino a un mejor país. Tales mentes torcidas ven en todo acto presidencial una retorcida propuesta maquiavélica a tres bandas. Ahora se han dado a pensar que el gobernante de turno propuso todas, o algunas de las reformas, a sabiendas que un país ciego como el nuestro no sería capaz de ver sus bondades y por tanto no las aprobaría. Así, creen ellos que lo que deseaba, desde el principio, era que fueran archivadas para tener la oportunidad de dar un paso más no hacia el sendero luminoso que solo él puede ver sino al absolutismo. Bueno, ya lo decía Diderot: “Cuidado con el hombre que habla de poner las cosas en orden. Poner las cosas en orden siempre significa poner las cosas bajo su control”.

*Profesor Universidad de Cartagena.

QOSHE - Carta sobre los ciegos... - Carmelo Dueñas Castell
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Carta sobre los ciegos...

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06.03.2024

Hace unos días el maestro Mario Mendoza Orozco llamó mi atención sobre mi crasa ignorancia por no haber leído “Jacques el fatalista y su maestro”. Tengo para mí que fue una represalia intelectual por la ardua tarea que le impuse de enfrentar un difícil caso de su experticia en infectología. Más temprano que tarde lo leeré. El maestro Mendoza me hizo pensar en la prolífica obra de Diderot. Pero no en La Enciclopedia, gigantesca empresa editorial en que compiló toda la erudición al tiempo que encendió las luces de la ilustración. Por arte de birlibirloque, tal vez por mi ciego oscurantismo, pensé en “carta sobre los ciegos para uso de los que ven”. Diderot escribió........

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