Hace 3 años, cuando nos quitaron derechos como la libertad para enfrentar una enfermedad desconocida y potencialmente mortal, se nos vendió la idea que después de la pandemia seriamos mejores, más solidarios, menos agresivos, más humanos. Nada de eso pasó. Al contrario, las naciones son más agresivas.

El mundo, Rusia y Ucrania ya no cuentan los cientos de miles de muertes. Israel y Palestina son escenarios de las mayores bajezas. Como individuos, somos más agresivos e intolerantes. Estamos muy lejos de lograr la meta 16.1 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (“Reducir significativamente todas las formas de violencia”) para el 2030. La ONU asegura que es fundamental dedicar más atención a combatir la delincuencia organizada que, además de desestabilizar las naciones, socavar el desarrollo económico y erosionar el estado de derecho, genera el mismo número de homicidios que todos los conflictos armados sumados.

Los homicidios han aumentado en todo el mundo, pero mucho más en Latinoamérica. Las cifras no mienten y para mayor dolor, desprestigio y vergüenza, Cartagena estuvo entre las 50 ciudades con más homicidios en todo el mundo en 2022. Y, al paso que vamos, en 2023 subiremos de ese puesto 47 a uno más vergonzante. Nuestra tasa de homicidio semeja las tasas de la Europa medieval, hace más de 500 años. Y por ello, para mejorar deberíamos vernos en ese ejemplarizante espejo y hacer lo que hizo Europa: garantizar el monopolio del poder por parte del Estado; promover el estado de derecho; asegurar la proliferación de escuelas y la alfabetización; generar la autodisciplina; avanzar en tecnología de seguridad, y, por último, hacer la transición a sociedades sin dinero en efectivo. En la práctica tendríamos que salir del círculo vicioso de la actual sobrecarga del sistema judicial y la débil aplicación de la ley que genera impunidad y promueve más homicidios para pasar al círculo virtuoso en el cual fortalecer la aplicación de la ley erradicaría la impunidad, se asociaría con menos homicidios y generaría un sistema judicial más eficiente. Otro aspecto a considerar es que uno de cada 3 homicidas actúa bajo el efecto de drogas y/o alcohol.

La lista anterior resulta ser todo lo contrario de lo ejecutado por los actuales gobiernos nacionales y locales: han promovido y aprobado acciones de hecho y violencia por particulares; han socavado la institucionalidad y el estado de derecho; han potenciado la delincuencia organizada; han agigantado la impunidad deteriorándole valor a la vida.

El Afinaito y el Rey de Rocha lo decían mejor y con mayor crudeza: “La vida no vale nada, no importa que tenga plata o que se encuentre en la mala... Lo demás es pendejada”.

*Profesor Universidad de Cartagena.

QOSHE - Homicidios 2023 - Carmelo Dueñas Castell
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Homicidios 2023

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08.11.2023

Hace 3 años, cuando nos quitaron derechos como la libertad para enfrentar una enfermedad desconocida y potencialmente mortal, se nos vendió la idea que después de la pandemia seriamos mejores, más solidarios, menos agresivos, más humanos. Nada de eso pasó. Al contrario, las naciones son más agresivas.

El mundo, Rusia y Ucrania ya no cuentan los cientos de miles de muertes. Israel y Palestina son escenarios de las mayores bajezas. Como individuos, somos más agresivos e intolerantes. Estamos muy lejos de lograr la meta 16.1 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (“Reducir significativamente todas las formas de violencia”) para el 2030. La ONU asegura que es fundamental........

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