La opinión que tiene gran parte del público acerca de los psicofármacos, generalmente, es desacertada y viene determinada por un antiguo paradigma ya derrotado, que versa sobre si las enfermedades mentales son de origen psíquico o tienen una base orgánica. Con los avances en neurociencias de las últimas décadas, especialmente los estudios de neuroimágenes, como la resonancia nuclear magnética funcional y la tomografía por emisión de positrones, podemos apreciar imágenes del cerebro funcionado a color en tiempo real.

Una vez derribado el mito de los determinantes puramente psicológicos, hubo necesidad de integrar la psicofarmacoterapia con la psicoterapia, desarrollando técnicas que tuviesen evidencia neurobiológica. El debate acerca de qué es más conveniente pertenece al pasado. También resulta cierto que es al clínico a quien le corresponde decidir en qué casos se debe asociar psicofármacos y psicoterapia, o cuando el paciente es merecedor exclusivamente de una psicoterapia. Los desaciertos en este sentido se miden en discapacidad y eventualmente en pérdida de vidas humanas por suicidio.

Henry Laborit, médico y cirujano de la Armada Francesa, nacido en Hanói (Vietnam) en 1949, realizó amputaciones en el Maritime Hospital de Bizerte (Túnez) con productos investigados por laboratorios Especia, que le permitían operar rápidamente a los heridos en combate, sin el riesgo del shock, remplazando la anestesia convencional por la neuroleptoanalgesia. Los productos utilizado fueron: Clorpromazina (Largactil), Prometazina (Fenergan) y Levomepromazina (Sinogan); los dos primeros, excelentes productos, en las últimas dos décadas desaparecieron del mercado por el desarrollo de otros supuestamente con menos efectos colaterales, el tercero aún se prescribe.

Laborit convenció a sus colegas del Servicio de Neuropsiquiatría del Hospital Militar Val-de-Grâce para que ensayasen la Clorpromazina en un paciente psicótico, que pocas semanas después pudo ser dado de alta. Dos de los psiquiatras del Hospital Sainte-Anne de París, Jean Delay y Pierre Deniker, en 1952 fueron pioneros, al utilizar estas moléculas en casi 3.000 internados en ese centro, pudiendo dar de alta a un 40% de los enfermos mentales, escribiendo en las páginas de la historia de la psiquiatría los primeros tratamientos antipsicóticos para la esquizofrenia y para otras psicosis.

Desde entonces se han desarrollado diferentes moléculas para manejar estas patologías, para la depresión, para la ansiedad y en general para los trastornos del estado del ánimo, que bien indicadas resultan esenciales para disminuir el sufrimiento y preservar la vida humana. Paradójicamente, por ineficiencia, durante este gobierno, que tiene el compromiso de ser “Potencia Mundial de la Vida”, hoy no están disponibles en las farmacias colombianas muchos psicofármacos, como tampoco otros medicamentos esenciales para preservarla, algunos funcionarios argumentan que tal fenómeno es mundial, lo que no es totalmente cierto. ¿Será que cada día más nuestra imagen en el espejo se parece a la del vecino?

*Psiquiatra.

QOSHE - Psicofármacos - Christian Ayola
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Psicofármacos

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21.03.2024

La opinión que tiene gran parte del público acerca de los psicofármacos, generalmente, es desacertada y viene determinada por un antiguo paradigma ya derrotado, que versa sobre si las enfermedades mentales son de origen psíquico o tienen una base orgánica. Con los avances en neurociencias de las últimas décadas, especialmente los estudios de neuroimágenes, como la resonancia nuclear magnética funcional y la tomografía por emisión de positrones, podemos apreciar imágenes del cerebro funcionado a color en tiempo real.

Una vez derribado el mito de los determinantes puramente psicológicos, hubo necesidad de integrar la psicofarmacoterapia con la psicoterapia, desarrollando técnicas que tuviesen evidencia neurobiológica. El debate acerca de qué es más conveniente........

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