No sé de dónde ni cuándo se instaló ese singular nombre en la cocina del caribe norte de Colombia. El famoso “cucayo”, con sus sinónimos tan característicos de nuestra tierra: el “quemao” o el “pegao”.

Lo cierto es que esta formación aleatoria que sucede en los calderos es una cuestión de gustos y disgustos. Digo aleatoria porque no siempre que se cocina arroz se tiene la fortuna de encontrar en su base esa capa dura, crujiente, dorada y placentera que es el cucayo.

Llámese arroz blanco, de coco, con pollo, de cerdo, mixto, cubano, de carnes frías, etc., cualquier tipo que sea el arroz, para muchos comensales, es agradable encontrar en el fondo de la olla ese exquisito manjar al fino paladar. Tanto que aun tratándose de una rica paella, si encontráis en su cimiento aquella textura fuerte que el cucayo encierra, la paella más rica será.

Pero es un misterio saber el origen de tal palabra y aunque la investigación sea ardua, al final concluyo que el termino cucayo surgió de nuestra versátil idiosincrasia, pues aún la Real Academia de la Lengua de España ha inferido que es una palabra sin étimo, pues no se encontró palabra o raíz de la que procede o deriva. Tanto así que en el famoso Wikipedia instan a que incorporen su etimología.

Y ya casi es un adagio de la modernidad que si en Wikipedia no aparece es porque no ha existido.

No obstante, podemos asegurar que el cucayo en otras latitudes toma nombre distinto. Así en República Dominicana se llama ‘concón’; en Venezuela es ‘pegao’; en España ‘socarrat’ y en Ecuador ‘cocolón’.

Quizás la aproximación más cercana la encontramos en Ecuador donde se dice que cucayo proviene de kokau, una palabra de la lengua indígena Quechua que se usaba para describir pequeñas provisiones de viaje.

También Cucayo es un barrio del municipio de Vega de Liébana (Cantabria, España), pero no hay identidad sincrónica ni diacrónica que coincida con el cucayo que nos comemos.

Ante tal dilema etimológico es mejor decir las verdades de esta curiosa palabra. El cucayo, como los alimentos en general, es una cuestión de gustos. Odiado por unos y amados por otros. Según la Psiconutrición o Psicología de la Alimentación, las emociones, las vivencias, las experiencias culinarias, nuestro contexto y las relaciones sociales, influyen en nuestros gustos alimenticios. Pero aún no sé cómo carajos no le puede gustar el cucayo a un costeño. A ese reducido grupo de individuos les comento que existen terapias para tratar ese trastorno alimenticio.

El cucayo ha causado desgracias familiares. Llegar a la cocina y ver en el lavaplatos el caldero del arroz lleno de agua y observar en el fondo el cucayo vilmente sumergido, es ser testigo de este tipo de escenas que logran arrancar una lagrima de impotencia la cual puede transmutarse en una verborrea insana resultante de la ira e intenso dolor del afectado.

En las familias de tradición conservadora el cucayo tiene un estricto orden de prelación. El conducto regular indica que primero le corresponde al páter familia, quedando relegado a un segundo plano cualquier otro miembro de la familia agnaticia, cognaticia, gentilicia o por afinidad. Muchas veces hay osados visitantes que se atreven a preguntar si hay cucayo en el momento que se sirve la comida, desconociendo las normas de protocolo en la mesa.

Algunas veces el cucayo está más rico que el mismo arroz.

Os puedo asegurar que no hay una sola familia costeña en la que nunca en la vida se haya escuchado esta frase expresada por propios o extraños que se acercan al hogar: “¿Hay cucayo? “.

El cucayo es una de esos alimentos que no lo son, pero lo son. Hace parte de la esencia culinaria tradicional y casera de nuestros hogares y que últimamente está haciendo eco en la comida gourmet. (Estando lejos uno extraña el cucayo de nuestra casa.)

Algunas veces el cucayo te ha lastimado las encías y aun así nunca dejarás de comerlo porque el cucayo es como la vida misma: dura pero sabrosa.

* Abogado y escritor de obras jurídicas

QOSHE - El cucayo (cuestión de gustos) - Clemente Polo Paz
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El cucayo (cuestión de gustos)

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24.02.2024

No sé de dónde ni cuándo se instaló ese singular nombre en la cocina del caribe norte de Colombia. El famoso “cucayo”, con sus sinónimos tan característicos de nuestra tierra: el “quemao” o el “pegao”.

Lo cierto es que esta formación aleatoria que sucede en los calderos es una cuestión de gustos y disgustos. Digo aleatoria porque no siempre que se cocina arroz se tiene la fortuna de encontrar en su base esa capa dura, crujiente, dorada y placentera que es el cucayo.

Llámese arroz blanco, de coco, con pollo, de cerdo, mixto, cubano, de carnes frías, etc., cualquier tipo que sea el arroz, para muchos comensales, es agradable encontrar en el fondo de la olla ese exquisito manjar al fino paladar. Tanto que aun tratándose de una rica paella, si encontráis en su cimiento aquella textura fuerte que el cucayo encierra, la paella más rica será.

Pero es un misterio saber el origen de tal palabra y aunque la investigación sea ardua, al final concluyo que el termino cucayo surgió de nuestra versátil........

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