Nació en el mar del Pacífico, en una Buenaventura llena de oleajes y peces cuando el siglo XX estaba a punto de partirse en dos. Su padre era capitán de barco mercante y su madre lo acompañaba en gira de trabajo cuando vino al mundo. Era 1945 y otro mar estaba en su búsqueda. Lo encontró en Cartagena y nunca más pudo desprenderlo de su alma. Aquí disfrutó la vida con deleite desde Manga, el barrio que hizo suyo y en el que estaba completamente feliz cuando un duende revestido de coronavirus lo arrastró al territorio de lo ignoto. Tenía 75 años, una esposa, dos hijos, muchos amigos y una serie de acuarelas con temas de Manga que guardaba como un tesoro.

Roy Valenzuela era alegre, tocaba el acordeón y la violina, bailaba con elegancia, leía con devoción, se hizo arquitecto en la Universidad del Atlántico, fue docente en la Universidad Jorge Tadeo Lozano y el Colegio Mayor de Bolívar, y encontró el amor en Santa Marta. Allá conoció y casó con Neva Dansich, quien vino de Croacia con su familia huyendo de los estragos de la guerra, y como él, sembró su corazón para siempre en Manga. Ella le daría todas las razones para ser un hombre afortunado: sus dos hijos, Boris y Tania, una compañía pechichona por más de medio siglo (54 años), y una complicidad en el arte de la buena vida.

La gran pasión del intelecto de Roy fue la acuarela. Se dedicó a ella de manera autodidacta, pero la estudió después en la Escuela de Bellas Artes de Cartagena. Prefería ejercer el oficio con sencillos elementos visuales que encontraba en Manga. Los tenía a la mano en el callejón Dandy (donde vivieron sus antepasados y gran parte de su familia), el Trébol, la bahía, el viejo cine del barrio, los puentes que unían su isla con otros territorios, los vendedores callejeros, los pescadores, la bella vegetación de los jardines, los cielos cargados de nubes. Pintó mucho, expuso poco, vendió y regaló en abundancia, dejó un importante legado artístico que puede aportar al conocimiento del alma de Manga a través de la acuarela, en un tiempo en que el barrio era apacible y estaba lleno de familiaridades.

Algunas de esas acuarelas hacen parte del libro de Willy Martínez /Manga en el portal de mis recuerdos/ que también se alimenta de las nostalgias de Manga, gracias a Neva Dansich, quien a sus 79 años mantiene un espíritu jovial y recuerda a Roy con el mismo amor de los primeros tiempos.

QOSHE - Las acuarelas de Roy - Eduardo García Martínez
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Las acuarelas de Roy

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23.12.2023

Nació en el mar del Pacífico, en una Buenaventura llena de oleajes y peces cuando el siglo XX estaba a punto de partirse en dos. Su padre era capitán de barco mercante y su madre lo acompañaba en gira de trabajo cuando vino al mundo. Era 1945 y otro mar estaba en su búsqueda. Lo encontró en Cartagena y nunca más pudo desprenderlo de su alma. Aquí disfrutó la vida con deleite desde Manga, el barrio que hizo suyo y en el que estaba completamente feliz cuando un duende revestido de coronavirus lo arrastró al territorio de lo ignoto. Tenía 75 años, una esposa, dos hijos, muchos amigos y una serie........

© El Universal


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