Faltan pocas horas para que William Dau sea historia. También para que Dumek Turbay entre a gobernar a Cartagena, ciudad que su antecesor deja descuadernada, con movilidad desesperante, insegura, más pobre, informal, sin obras de envergadura, pero también esperanzada en que se inicie por fin una época distinta a la que se ha vivido en los últimos años dejado frustración, atraso, intranquilidad social.

Esa esperanza se expresó en las urnas el 29 de octubre pasado, cuando más de 160 mil cartageneros decidieron que Turbay fuera el nuevo alcalde de Cartagena, lo que se hizo realidad y se concretará a partir del lunes 1 de enero 2024, cuando el exgobernador de Bolívar entrará a despachar desde el Palacio de la Aduana, sede del gobierno distrital.

Con la mayor votación en la historia de la elección popular de alcaldes en Cartagena, Turbay tiene una carta de gran valor para iniciar su mandato, unida al respaldo que ha recibido de la sociedad civil, las Juntas de Acción Comunal, los gremios, el empresariado. Este apoyo quedó sellado durante encuentro del alcalde electo con más de 130 organizaciones de la sociedad civil convocado por el colectivo Diálogo Social el 14 de noviembre, 16 días después de su victoria en las urnas.

Se planteó allí un convenio social que busca contribuir al cambio de la realidad que carcome a Cartagena. Un pacto que compromete al gobierno distrital con el conglomerado de la ciudad y viceversa, una tarea de conjunto, solidaria y eficaz, capaz de enfrentar y vencer los muchos problemas que hoy se padecen: hambre, pobreza, inseguridad, narcotráfico, movilidad reducida, abuso contra turistas, prostitución, venta y consumo de drogas en el Centro Histórico. En esa cita del alcalde electo con la sociedad civil, Turbay fue explícito al pedir apoyo de todo el conglomerado social para avanzar en un proceso de rescate de la ciudad. “Los necesito a todos”, dijo entonces. Quienes acudieron aquel día le habían dicho que confiaban en su palabra.

La hora de la acción ha llegado. Y no hay tiempo que perder. Cartagena necesita un nuevo aire, oxígeno para sus pulmones maltrechos. Nadie espera milagros, pero sí un gobierno sin vacilaciones contra la inseguridad, la pobreza, el hambre, que recupere la confianza en las instituciones, que brinde oportunidades a todos, que encamine a Cartagena por la senda del desarrollo sostenible, que haga las obras de beneficio general que se requieren, que ponga los rieles para avanzar en la recuperación de la grandeza perdida, que no genere nuevas frustraciones. Es decir, un buen gobierno.