Cartagena tiene una infraestructura turística muy bien desarrollada con hoteles de lujo, centros de convenciones y eventos, restaurantes con afamada carta internacional y nativa, variados atractivos como un mar tibio, playas extensas, bellas islas, bahía amplia y acogedora, historia fascinante, bienes patrimoniales coloniales y republicanos, el Centro Histórico más hermoso y mejor conservado de América Latina y el Caribe, todo ello convertido en una oferta turística de calidad con puntos de interés y actividades múltiples para que el visitante se sienta satisfecho.

El aeropuerto no es el más moderno ni tiene avanzada tecnológía, pero recibe gran cantidad de pasajeros nacionales y extranjeros, y está en proceso de mejoramiento con inversión cercana al medio billón de pesos. En unos años se construirá un nuevo aeropuerto y se cuenta con una terminal de cruceros capaz de recibir hasta seis embarcaciones al tiempo.

¿Por qué entonces ha tomado cuerpo una narrativa desfavorable de la ciudad como destino? ¿En qué se ha venido fallando? ¿Qué hay que hacer para superar esas cargas negativas y enrumbar a Cartagena por un sendero de superación de los problemas que la envilecen como atractivo turístico? El problema no se relaciona con falta de promoción y marketing, ni por desconocimiento de lo que representa su patrimonio histórico y cultural ni por una difícil ubicación geográfica ni mucho menos porque perdió su encanto de ciudad embrujadora y dueña de historias fascinantes.

La cuestión tiene que ver con falta de educación turística y cultura ciudadana, intereses económicos particulares sin amor por la ciudad, ausencia de autoridad que traduce permisividad, informalidad, abuso, irrespeto, lo que hace necesario y urgente un plan de choque capaz de frenar esa corriente de negativas influencias.

Es indispensable educar, capacitar, trabajar pensamiento crítico, romper viejos y anquilosados paradigmas de relacionamiento social, afianzar orgullo por lo propio y presentarlo con honradez al visitante. Urgente mejorar la guianza turística, llenar con recursos lingüísticos y sólidos conocimientos de ciudad a sus miembros para que los relatos que ofrezcan sean creíbles y ajustados a la realidad histórica. La oferta artística y cultural debe fortalecerse al máximo para que Cartagena sea en verdad una ciudad cultura.

Es preciso construir una agenda propia de hechos y eventos turísticos, culturales, deportivos para atraer turistas, empresarios, inversores, interesados en nuevas posibilidades de disfrute en una ciudad segura, amable, alegre, limpia, ordenada, respetuosa. Cartagena debe ser la imagen del Gran Caribe, proyectar desde su territorio todo lo que la gran cuenta es y representa, un faro como lo fue en sus mejores épocas. Esto hay que volverlo realidad.