Todas las ciudades tienen personajes representativos que les dan valía desde sus respectivos ámbitos. En Cartagena han resplandecido desde la heroicidad, el arte y la cultura, la literatura y la poesía, amarrados a la investigación y la ciencia, los negocios, la política, la oralidad y el canto. Todos han hecho parte del patrimonio vivo local, aunque muchos habiten ya los territorios de la muerte.

En el imaginario colectivo perviven personajes que han contribuido a tejer la historia citadina en un pasado remoto, épocas cercanas o un presente activo. Quiero en esta ocasión referirme a dos de ellos, tan esenciales para la vida cultural de la ciudad como para la remembranza de lo que ha sido cartagena a través de los tiempos: Enrique Luis Muñoz Vélez y Pedro Blas Julio Romero. El primero, investigador, escritor, genio de la palabra hablada y escrita. El segundo es un poeta telúrico que sacude con un lenguaje colmado de figuras que brotan de su inventiva creadora, nutrida del panteón yoruba de sus ancestros africanos.

La ciudad los conoce, sabe de su inmenso aporte a la cartageneidad, pero por esa extraña tendencia a extraviar el sentido de lo propio, los invisibiliza con frecuencia. Los dos son esencia viva de la ciudad, la aman por encima de todas las cosas, la conocen en sus más íntimas fibras, la exploran a diario para aprehenderla cada vez más y exponerla través de sus palabras y sus textos. Ambos son guardianes de la Cartagena profunda, la que habita en el inconsciente colectivo y se debate entre el amor y el dolor de sus hijos.

Quique Muñoz y Pedro Blas pueden jugar un papel crucial en la cruzada de construcción de un nuevo ser cartagenero. Quiero proponerles al alcalde Dumek Turbay, a la directora del IPCC, Lucy Espinosa, y al secretario de Educación, Alberto Martínez, que los convoquen y conviertan en embajadores permanentes de la cartageneidad en colegios, bibliotecas, universidades, parques, plazas y otros escenarios, para despertar en los jóvenes, y también en los mayores, nuevos amarres de afectos por ella, que la ofrezcan a todos en su rico e incomparable lenguaje.

Cartagena cambiará si cambian sus hijos, si hay un proceso de toma de conciencia sobre lo que ha sido y representa para el país y la humanidad, si se entra en una nueva dimensión de valoración de lo que le es culturalmente propio. En esa búsqueda Quique y Pedro Blas deben ser pilares fundamentales e indispensables. Ellos pueden hacer milagros terrenales con sus talentos. No lo echen en saco roto, aprovéchenlos.

QOSHE - Quique y Pedro Blas - Eduardo García Martínez
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Quique y Pedro Blas

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06.01.2024

Todas las ciudades tienen personajes representativos que les dan valía desde sus respectivos ámbitos. En Cartagena han resplandecido desde la heroicidad, el arte y la cultura, la literatura y la poesía, amarrados a la investigación y la ciencia, los negocios, la política, la oralidad y el canto. Todos han hecho parte del patrimonio vivo local, aunque muchos habiten ya los territorios de la muerte.

En el imaginario colectivo perviven personajes que han contribuido a tejer la historia citadina en un pasado remoto, épocas cercanas o un presente activo. Quiero en esta ocasión referirme a dos de ellos, tan esenciales para la vida........

© El Universal


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