En 1980 el cartagenero Agustín De la Espriella paseaba por las calles de Miami cuando observó en la tienda musical Ovni un piano que lo sedujo de inmediato. Era negro, de tres cuartos de cola, marca Yamaha y con solo mirarlo se le aceleró el corazón. Lo compró y embarcó hasta su ciudad para disfrutarlo en un salón climatizado de la casa Arcadia de Manga, propiedad de su familia, donde ofrecía memorables veladas frecuentadas por personajes locales y nacionales. Tenía otro piano, un Balwin de media cola color marfil, pero el Yamaha era su pasión.

Agustín De la Espriella se enamoró de la música desde temprana edad, estudió en el conservatorio musical y tuvo maestros europeos que pulieron su capacidad interpretativa. Contrario a sus familiares que ejercieron el empresariado, dedicó su existencia al arte musical tocando el piano con solvencia y ofreciendo aplaudidos conciertos. Era tanta su devoción por la música que sus compañeros de estudio comenzaron a llamarlo “Pincho”, utilizando con sorna el nombre del genio Chopin al revés.

Cierta vez ensayaba en el piano del instituto musical una pieza que le estaba mortificando, cuando el maestro Adolfo Mejía pasó a su lado, escuchó las repetitivas notas, entendió la angustia del muchacho, le pidió que le prestara el teclado y siguió tocando sobre lo escuchado. Pidió papel pentagrama para escribir y de ahí salió una danza para piano tan memorable que es elogiada en la literatura musical Caribe. Mejía la tituló “Pincho” en homenaje a Agustín De la Espriella, quien nació en 1920 y murió a los 88 años en Cartagena.

Tras su fallecimiento su único hijo, Amaury De la Espriella, donó el piano Yamaha negro de su padre al teatro Adolfo Mejía, donde permanece en el foyer ubicado en el tercer piso. Pero la pieza se deterioró al extremo en los últimos años y la familia De la Espriella teme que se destruya del todo y quisiera recuperarla. La directora del teatro, Diana Banquez, asegura que este piano con historia entrará en proceso de restauración y mantenimiento, que se encuentra climatizado y se controlan los espacios de humedad, pero requiere el cambio de algunas piezas. Pide un poco de paciencia para tenerlo de nuevo en toda su forma.

Pincho, que gustaba de la comida cartagenera, tomaba whisky en sus tertulias musicales, era tímido y disfrutaba viajar mucho por Europa visitando museos, galerías de arte y los grandes teatros de Ópera y conciertos de sinfónicas y piano clásico, de seguro agradecerá desde el más allá el cariño por su piano.

QOSHE - Un piano con historia - Eduardo García Martínez
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Un piano con historia

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10.02.2024

En 1980 el cartagenero Agustín De la Espriella paseaba por las calles de Miami cuando observó en la tienda musical Ovni un piano que lo sedujo de inmediato. Era negro, de tres cuartos de cola, marca Yamaha y con solo mirarlo se le aceleró el corazón. Lo compró y embarcó hasta su ciudad para disfrutarlo en un salón climatizado de la casa Arcadia de Manga, propiedad de su familia, donde ofrecía memorables veladas frecuentadas por personajes locales y nacionales. Tenía otro piano, un Balwin de media cola color marfil, pero el Yamaha era su pasión.

Agustín De la Espriella se enamoró de la música desde temprana edad, estudió........

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