Los corazones no duelen y pueden sufrir, hora tras hora, hasta toda una vida, sin que nadie sepamos nunca, demasiado a ciencia cierta, qué es lo que pasa”. Camilo José Cela.

Mis ojos se hicieron mares cuando comencé a leer el libro “Bajo el silencio del mar”, de la autoría de Orlando Díaz Atehortúa. Fue una experiencia extraña, como si el intrépido océano pacífico irremediablemente acompañara cada línea y con él, Vanesa, la protagonista de la dolorosa historia que narra con el alma encarnizada su padre, el autor, quien de manera estoica y resiliente saca fuerzas de donde los humanos no tienen para inmortalizar en letras lo que fuera un desafortunado siniestro marítimo que acabó con la existencia física de dos seres maravillosos.

Sumergirme en la lectura fue complejo, sin duda. Seguramente haber conocido a la bella Vane, a su padre, madre y además vivir en tiempo real los aciagos momentos de la tragedia, removieron las fibras más sensibles. No debe ser fácil sobreponerse a una pérdida tan grande. No debe ser fácil ver morir a un hijo. No debe ser fácil escribir los pasajes infaustos que transportan a las circunstancias vívidamente, con lo que reaparece el sufrimiento que destroza el alma en mil pedazos.

En el texto se narra la infancia de Vanesa, descrita por su padre como una niña maravillosa y con poderes mágicos que le permitían no solo hacer los trucos de la caja del mago Lorgia, sino también realizar vaticinios. Fue una gran lectora y libre pensadora que obtuvo el título de abogada y también pudo conocer varios países que le llenaron de lindas experiencias. En algún momento de su vida se enamoró del océano, al igual que su padre, y eso la invitó al buceo.

Para agosto de 2016, inició una travesía un tanto peligrosa pero llamativa para los apasionados buzos. Partió en una expedición a la Isla de Malpelo con la intención de explorar y advertir la inmensidad de las posesiones de Poseidón en ese punto del misterioso Pacífico, rico en cardúmenes de peces, tiburones y con paisajes inolvidables. Todo aquello quedó descrito en su diario, el de Vane, como la llama su padre, que narró lo que ella vivió durante toda esa rutina de una forma tan perfecta que aún percibo lo denso y salado del mar y el roce de los jureles de colores.

Del libro se percibe la inefabilidad del amor genuino, que trasciende, incluso, la peor de las formas de separarnos de los seres queridos. Causa impotencia el hecho de que Vanesa no leyera las señales como habitualmente lo hacía, pues fueron varios puntos que señalaban el peligro, aun así, el final material estaba escrito; ese ser hermoso trascendería al más allá, lugar desde donde, como buena paisa, buscó la forma de comunicarse y tranquilizar a sus familiares y amigos, lugar desde donde le mandó todo el amor del universo a su amado hijo, Jacobo.

*Abogado.

QOSHE - Bajo el silencio del mar - Enrique Del Río González
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Bajo el silencio del mar

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19.12.2023

Los corazones no duelen y pueden sufrir, hora tras hora, hasta toda una vida, sin que nadie sepamos nunca, demasiado a ciencia cierta, qué es lo que pasa”. Camilo José Cela.

Mis ojos se hicieron mares cuando comencé a leer el libro “Bajo el silencio del mar”, de la autoría de Orlando Díaz Atehortúa. Fue una experiencia extraña, como si el intrépido océano pacífico irremediablemente acompañara cada línea y con él, Vanesa, la protagonista de la dolorosa historia que narra con el alma encarnizada su padre, el autor, quien de manera estoica y resiliente saca fuerzas de donde los humanos no tienen para inmortalizar en letras lo que fuera un desafortunado siniestro marítimo que acabó con la........

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