Se ha vuelto más evidente la comprensión y aceptación de la diversidad de identidades de género en muchos escenarios. Sin embargo, hay ámbitos en los que esa lucha constante sobre la inclusión es mucho más latente; uno de ellos es el sistema carcelario, siendo este un entorno donde las estructuras físicas están arraigadas en la división tradicional binaria de género, es decir, sus instalaciones y, por ende, sus políticas, están diseñadas solo para hombres y mujeres.

Ello excluye a personas no binarias, aquellas que no se identifican con los géneros tradicionales y quienes se ven obligadas a elegir entre dos opciones que no reflejan su identidad. Esta falta de reconocimiento no solo es discriminatoria, sino que también expone a esta población a un mayor riesgo de violencia y abuso dentro de las cárceles.

Existe un amplio precedente que reconoce la crisis carcelaria y propende por el respeto de los derechos fundamentales de los privados de la libertad, dentro de esta amplia línea jurisprudencial también se han garantizado ciertos derechos a la población LGTBI, pero, el reconocimiento vía tutela no se hace extensible a todos los que requieren de esa protección especial. Por un lado, por los efectos inter-partes de una decisión de esta magnitud y, por el otro, porque se requiere previamente la vulneración de garantías para activar esta vía de solución.

Por lo que, uno de los puntos críticos sigue siendo la falta de inclusión de personas no binarias en el sistema carcelario, lo cual tiene consecuencias profundas en su proceso de resocialización. Pues, al no ser reconocidos en su identidad de género, enfrentan un aislamiento aún mayor y una falta de acceso a programas de reinserción adecuados y pertinentes a sus necesidades, por eso la marginación que experimentan dentro de las cárceles dificulta su capacidad para reintegrarse en la sociedad una vez que cumplen sus condenas, perpetuando un ciclo de exclusión y reincidencia.

Por lo anterior, es imperativo que el sistema carcelario evolucione y reconozca la diversidad de identidades de género, con el fin de que se implementen políticas que garanticen el acceso equitativo a programas de rehabilitación para esta población y satisfaga sus necesidades específicas, esto incluye la capacitación del personal penitenciario en temas de diversidad de género y la creación de espacios seguros para personas no binarias dentro de las instalaciones.

Debo reconocer que esto es una utopía, pues, es extremo el nivel de violación de derechos humanos en las cárceles empezando por el hacinamiento, por lo que, pedir pabellones especiales puede ser algo inalcanzable, aun cuando estemos seguros de que, solo de esta forma podremos avanzar hacia un sistema de justicia penal que promueva la resocialización de todas las personas, sin importar cómo se identifiquen.

*Abogado.

QOSHE - Cárcel no binaria - Enrique Del Río González
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Cárcel no binaria

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09.04.2024

Se ha vuelto más evidente la comprensión y aceptación de la diversidad de identidades de género en muchos escenarios. Sin embargo, hay ámbitos en los que esa lucha constante sobre la inclusión es mucho más latente; uno de ellos es el sistema carcelario, siendo este un entorno donde las estructuras físicas están arraigadas en la división tradicional binaria de género, es decir, sus instalaciones y, por ende, sus políticas, están diseñadas solo para hombres y mujeres.

Ello excluye a personas no binarias, aquellas que no se identifican con los géneros tradicionales y quienes se ven obligadas a elegir entre dos opciones que no reflejan su identidad. Esta falta de reconocimiento no solo es........

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