La vida siempre ha sido el derecho más preciado de la humanidad por ser la manifestación más asombrosa de la existencia. Por ello, desde la época de los romanos, las personas que cometían “malos actos” eran castigadas con métodos tormentosos como la rueda, la ebullición, entierro prematuro, la horca, el desmembramiento y otros; a tal punto que la guillotina del siglo XVIII supuso un avance hacia la humanización porque el ejecutado no sufría o agonizaba, por la rápida caída de la filosa cuchilla.

La Ley del Talión (ojo por ojo y diente y por diente), en vigencia del código de Hammurabi, representó una esperanza y afirmación del concepto de igualdad entre los habitantes de Mesopotamia, pues, su consagración erradicó las penas de muertes arbitrarias e implementó la proporcionalidad de la sanción de acuerdo con la conducta cometida.

Se supone que en la medida en que avanza el tiempo, la humanidad también lo hace y en esa búsqueda de la civilidad se encontraron métodos sofisticados de aplicación del poder punitivo a través de sistemas judiciales que cada día apuntan a ser más garantistas, en atención a los instrumentos internacionales que rigen los derechos humanos. No obstante, países como Estados Unidos, Afganistán, China, Corea del Norte, Tailandia, Vietnam y muchos más, aún consagran la pena de muerte como sanción punitiva, desconociendo que esta tiene un impacto negativo en la moral de la sociedad, al perpetuar la violencia y la venganza en lugar de promover la empatía y la justicia restaurativa.

En los últimos días se conoció que en el Estado de Alabama (EE. UU.) se ejecutó, a través de una hipoxia nitrogenada, a un hombre que había sido condenado por asesinato; las críticas al método utilizado no faltaron, puesto que, aun cuando ese país ha practicado muchas ejecuciones, últimamente habían sido a través de la inyección letal, es decir, una muerte sin dolor, mientras que la cámara de gas, que se creía superada, pues había quedado en desuso desde los 90, implica la cruel agonía y tortura del ejecutado. Nada diferente a las deplorables técnicas usadas en el holocausto nazi.

Es difícil creer que todavía se tengan estos debates cuando las investigaciones criminológicas demuestran que la pena de muerte no proporciona un cierre o justicia para las víctimas y que, aunque simplifica la respuesta a la violencia, conlleva a la pérdida de oportunidad para abordar las raíces de la criminalidad y buscar soluciones más humanas, que sí incidan en la prevención de punibles.

En otras palabras, la ejecución de un criminal es una herramienta inútil por no tener efectos positivos para la seguridad de los ciudadanos, representa una evidente violación del derecho a la vida digna y prohibición de penas crueles, resaltando la incompetencia de un Estado para la redención, resocialización y transformación de una persona que puede ser reinsertada en la sociedad.

*Abogado.

QOSHE - La cruel pena de muerte - Enrique Del Río González
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La cruel pena de muerte

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06.02.2024

La vida siempre ha sido el derecho más preciado de la humanidad por ser la manifestación más asombrosa de la existencia. Por ello, desde la época de los romanos, las personas que cometían “malos actos” eran castigadas con métodos tormentosos como la rueda, la ebullición, entierro prematuro, la horca, el desmembramiento y otros; a tal punto que la guillotina del siglo XVIII supuso un avance hacia la humanización porque el ejecutado no sufría o agonizaba, por la rápida caída de la filosa cuchilla.

La Ley del Talión (ojo por ojo y diente y por diente), en vigencia del código de Hammurabi, representó una esperanza y afirmación del concepto de igualdad entre los habitantes de Mesopotamia, pues, su consagración erradicó........

© El Universal


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