Cartagena de Indias es una ciudad turística de altura mundial. De hecho, me gusta viajar solo para regresar y reafirmar que aquí todo lo tengo y soy feliz. Esa misma sensación deben sentir los turistas cuando regresan a su terruño después de habernos visitado. La idea de un turismo óptimo es la hospitalidad, hacer sentir al invitado mejor que en su casa, consentirlo y tratarlo con amor, al punto que contemple quedarse.

El Corralito de Piedra tiene inmejorables características que lo hacen atractivo para la comunidad global: historia, playas, gastronomía, oferta hotelera y gente buena. Sí, gente buena, aunque como en todos los rincones del mundo, existen las incómodas excepciones que suelen eclipsar el brillo del destino.

Actualmente estamos sometidos a un matoneo mediático, en las redes se recomienda no visitar a Cartagena por ser una ciudad sobrevalorada. Todo ello como respuesta a una seguidilla de noticias negativas en la que se resaltan los abusos de operadores turísticos a los usuarios. Se reportan casos de cobros exorbitantes, v.gr. la insigne mojarra de 800 mil pesos, estafas en los pagos por medios electrónicos que llevaron al cobro de 7 millones de pesos por dos limonadas y 22 millones por un paseo en coche.

Todo esto es muy preocupante, sobre todo porque puede hacer carrera el discurso de que somos un destino despreciable y de pícaros, lo que evidentemente incide en la afluencia de turistas y, de carambola, en la economía que circunda la industria sin chimenea.

El sector turístico es fuente directa e indirecta de ingresos para la región. Resulta indispensable que se organice y regule para no atentar contra la ‘gallina de los huevos de oro’. En otros lugares como México o Perú, supieron controlar desde el asedio insoportable de los vendedores, hasta una racionalidad del cobro de los productos, ello sin que necesariamente haya sido una intervención controlada. La meta aquí es que se emprendan políticas de formación, sensibilización y concientización para quienes lo ejercen de manera formal e informal. Sabemos que hay necesidad económica, pero esto no puede ser excusa para destruir una fuente limpia de empleo, resultaría ilógico.

Las autoridades deben articular estrategias para fortalecer y aprestigiar el sector; pero, también para enfrentar los daños colaterales que genera el turismo y que se exacerban en temporadas altas, dentro de los que se encuentran: los altos costos de los bienes y servicios para los residentes, el caos vehicular, los daños ecológicos y los focos de prostitución y drogadicción. Sin duda hay mucho por hacer, el reto no es solo de las autoridades. Todos los cartageneros debemos ser embajadores de la ciudad, concientizando desde el hogar, trasmitiendo las cosas buenas y haciendo críticas constructivas; es decir, aportar a la causa y al bienestar común, no destruyendo por el simple prurito del odiador.

*Abogado Penalista - Doctor en Derecho.

QOSHE - Turismo en jaque - Enrique Del Río González
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Turismo en jaque

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02.01.2024

Cartagena de Indias es una ciudad turística de altura mundial. De hecho, me gusta viajar solo para regresar y reafirmar que aquí todo lo tengo y soy feliz. Esa misma sensación deben sentir los turistas cuando regresan a su terruño después de habernos visitado. La idea de un turismo óptimo es la hospitalidad, hacer sentir al invitado mejor que en su casa, consentirlo y tratarlo con amor, al punto que contemple quedarse.

El Corralito de Piedra tiene inmejorables características que lo hacen atractivo para la comunidad global: historia, playas, gastronomía, oferta hotelera y gente buena. Sí, gente buena, aunque como en todos los rincones del mundo, existen las incómodas excepciones que suelen eclipsar el brillo del........

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