Guillermo Vélez González, prestigioso maestro ginecobstetra, humanitario, terco sobreviviente de normas que convirtieron a los discípulos de Esculapio, en dóciles y estíticos formuladores de genéricos.

El doctor Vélez recibió inesperada visita de Patricia Isabel, 26 años, quien regresó a su consultorio de lazo con mozalbete, inundando la salita de espera de luces y algarabía.

- “Este es Aníbal, ¡mi vale!, la razón de mi existencia: estudiante galardonado, bondadoso, creyente, solidario, optimista. Vengo, después de tantos años, a darle gracias por detener el puñal que lo acechaba”.

Patricia, como miles de niñas y jovencitas en Colombia, fue víctima de violación por familiar que la ‘cuidaba’, mientras sus padres asistían a su trabajo; durísimo golpe que intentaron remediar acogiéndose a las normas legales vigentes, consultando al doctor Vélez, ginecólogo de cabecera, solicitándole interrumpiera aquel pecaminoso embarazo.

- “¡No lo hagan!”, recomendó el galeno. La semilla que germina en su vientre seguía viva, remordiéndole la conciencia a Patricia hasta el final de sus días. “Cada niño que nace es un regalo celestial, merece respeto sin importar las circunstancias ni su tamaño milimétrico”.

Las convicciones cristianas del doctor Guillermo son inamovibles: respetar la vida con piel de ébano o nieve inmaculada; hijo de reyes, campesinos sin tierra ni esperanza; indígenas de selvas o sobrevivientes de avaricia ilimitada. Cada cual tiene autonomía y obligación de convertirse en juez, magistrado, sacerdote y decidir desde el trono de su conciencia.

Cuarenta artículos constitucionales salvaguardan los Derechos Humanos y los niños, reforzados por el Artículo 44: “Derechos fundamentales de los niños: vida, integridad física, salud, seguridad social, alimentación, nombre, nacionalidad; tener familia y no separarlo de ella, cuidado, amor, educación, cultura, recreación, libre expresión”. Letra muerta confrontada con la durísima realidad en este país desigual, agresivo, donde cada segundo crucifican a millares de niños sin miga de piedad ni arrepentimiento.

Hoy el aborto criminal es trofeo feminista otorgado por altas cortes, opuestas, paradójicamente, al maltrato y sacrificio de los toros de lidia.

- “¡A criar hijo y nieto como Dios manda!”, ordenó, abrazando a Patricia y secando sus lágrimas.

Guillermo Vélez, desde entonces, cuando lo consultan para interrumpir malévolamente el embarazo, entrega a la gestante atribulada el mensaje dejado por Patricia sobre su escritorio, impreso en los talleres del alma: “Tú y yo somos invencibles, los más valientes y valiosos del Universo; naciste con la fortaleza de mil ejércitos, la inteligencia de todos los sabios. Hijo de mis entretelas, orgullo sin mácula, bálsamo sanador de angustias y desvelos. Gracias por ser mi hijo y caminar a mi lado sin importar el sol calcinante, ni el frío y las tormentas de las madrugadas”.

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Aborto: ¿crimen o derecho?

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01.04.2024

Guillermo Vélez González, prestigioso maestro ginecobstetra, humanitario, terco sobreviviente de normas que convirtieron a los discípulos de Esculapio, en dóciles y estíticos formuladores de genéricos.

El doctor Vélez recibió inesperada visita de Patricia Isabel, 26 años, quien regresó a su consultorio de lazo con mozalbete, inundando la salita de espera de luces y algarabía.

- “Este es Aníbal, ¡mi vale!, la razón de mi existencia: estudiante galardonado, bondadoso, creyente, solidario, optimista. Vengo, después de tantos años, a darle gracias por detener el puñal que lo acechaba”.

Patricia, como miles de niñas y jovencitas en Colombia, fue víctima de violación por familiar que la ‘cuidaba’, mientras sus........

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