En Semana Santa todos los caminos conducen a Mompox: turismo nacional y foráneo crecen cual espuma, ansiosos no solo por fortalecer la fe cristiana, también para relajarse en un ambiente pacífico y colonial, perfumado por la calidez y educación momposina.

Centenares de familias cartageneras reservan también cupos en hoteles y albergues cuidadosamente preservados, haciéndonos sentir como en casa, pero no siempre fue así: siglos atrás llamas de odio y desconfianza distanciaron ciudades gemelas: Cartagena de Indias, ‘La Redentora’, joya de la Corona Española, arrullada por el Mar Caribe (Pedro de Heredia, junio 1 de 1533); y Villa de Mompox, ‘La Valerosa’ (Alonso De Heredia, mayo 3 de 1537), aferrada a las aguas milagrosas del Río Grande de La Magdalena, convertida en centro estratégico, comercial e intelectual de la Nueva Granada, cuna de los ‘Lanceros’, esos que aportaron la testosterona que faltaba a la Independencia absoluta de Colombia y Venezuela.

El tire y jala entre ciudades hermanas se atribuye a la ausencia, casi absoluta, de autoridad, desorden político vivido en España durante 1818, generando conflictos en sus colonias, para acentuar disputas entre villas y ciudades en distintos virreinatos. Cartagena de Indias y Mompox fueron ensangrentados botones de muestra.

Desde su fundación, “en Mompox la inteligencia es peste” y, apalancados por inmejorable ubicación geográfica, se trasformaron en habilidosos y ariscos comerciantes, líderes agropecuarios y mineros. Reconocidos pensadores, cultos y libertarios, fundaron la primera Universidad del Caribe colombiano y la Sociedad de Amigos del país, acolitadas por el mecenas español Pedro Antonio Pinillos, empeñado en robustecer intelectos y autonomía. Desde principios del siglo XIX el Colegio Pinillos inmortalizó su nombre transformándose en prestigiosa institución educativa, galardonada en todo el continente. Por fortuna, las querellas entre estas ciudades hermanas se apaciguaron y trabajaron juntas: los Gutiérrez de Piñeres y sus lanceros de Getsemaní, claves en la libertad de Cartagena, y 400 de ellos se unieron al ejército del Libertador –‘Campaña Admirable’– recuperando a Caracas, sometida por el yugo español –agosto 6 de 1813: “Si Caracas me dio la vida, a Mompox debo la gloria”, fue la consigna de Simón Bolívar.

Algo va de Cartagena (1’006.000 habitantes) a Mompox (48.799), separadas por solo 272,6 kilómetros. La próxima Semana Santa, los creyentes momposinos deberían sacarle el jugo, en sus siete iglesias, rogándole al Santo Ecce Homo que detenga las metástasis de avaricia y deshonor que carcomieron las entrañas de Cartagena en los últimos cuatrienios.

En Semana Santa todos los caminos conducen a Mompox: turismo nacional y foráneo crecen cual espuma, ansiosos no solo por fortalecer la fe cristiana, también para relajarse en un ambiente pacífico y colonial, perfumado por la calidez y educación momposina.

Centenares de familias cartageneras reservan también cupos en hoteles y albergues cuidadosamente preservados, haciéndonos sentir como en casa, pero no siempre fue así: siglos atrás llamas de odio y desconfianza distanciaron ciudades gemelas: Cartagena de Indias, ‘La Redentora’, joya de la Corona Española, arrullada por el Mar Caribe (Pedro de Heredia, junio 1 de 1533); y Villa de Mompox, ‘La Valerosa’ (Alonso De Heredia, mayo 3 de 1537), aferrada a las aguas milagrosas del Río Grande de La Magdalena, convertida en centro estratégico, comercial e intelectual de la Nueva Granada, cuna de los ‘Lanceros’, esos que aportaron la testosterona que faltaba a la Independencia absoluta de Colombia y Venezuela.

El tire y jala entre ciudades hermanas se atribuye a la ausencia, casi absoluta, de autoridad, desorden político vivido en España durante 1818, generando conflictos en sus colonias, para acentuar disputas entre villas y ciudades en distintos virreinatos. Cartagena de Indias y Mompox fueron ensangrentados botones de muestra: menguada la autoridad colonial, desaparecieron pesos, contrapesos administrativos y jerárquicos, quedando ‘sueltos de madrina’ y, como ocurre siempre, eligieron no el escritorio, sino la trinchera.

Desde su fundación, “en Mompox la inteligencia es peste” y, apalancados por inmejorable ubicación geográfica, se trasformaron en habilidosos y ariscos comerciantes, líderes agropecuarios y mineros. Reconocidos pensadores, cultos y libertarios, fundaron la primera Universidad del Caribe colombiano y la Sociedad de Amigos del país, acolitadas por el mecenas español Pedro Antonio Pinillos, empeñado en robustecer intelectos y autonomía. Desde principios del siglo XIX el Colegio Pinillos inmortalizó su nombre transformándose en prestigiosa institución educativa, galardonada en todo el continente.

Por fortuna, las querellas entre estas ciudades hermanas se apaciguaron y trabajaron juntas: los Gutiérrez de Piñeres y sus lanceros de Getsemaní, claves en la libertad de Cartagena, y 400 de ellos se unieron al ejército del Libertador –‘Campaña Admirable’– recuperando a Caracas, sometida por el yugo español –agosto 6 de 1813: “Si Caracas me dio la vida, a Mompox debo la gloria”, fue la consigna de Simón Bolívar.

Algo va de Cartagena (1’006.000 habitantes) a Mompox (48.799), separadas por solo 272,6 kilómetros. La próxima Semana Santa, los creyentes momposinos deberían sacarle el jugo, en sus siete iglesias, rogándole al Santo Ecce Homo que detenga las metástasis de avaricia y deshonor que carcomieron las entrañas de Cartagena en los últimos cuatrienios: $5 millones por mojarra o bocachico, e impida el arribo a Mompox de pedófilos, sodomitas de ponzoñosas braguetas y, por si las moscas, escondan, bajo llave, la imagen inmaculada del Niño Dios.

QOSHE - De Cartagena a Mompox, algo va - Henry Vergara Sagbini
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De Cartagena a Mompox, algo va

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11.03.2024

En Semana Santa todos los caminos conducen a Mompox: turismo nacional y foráneo crecen cual espuma, ansiosos no solo por fortalecer la fe cristiana, también para relajarse en un ambiente pacífico y colonial, perfumado por la calidez y educación momposina.

Centenares de familias cartageneras reservan también cupos en hoteles y albergues cuidadosamente preservados, haciéndonos sentir como en casa, pero no siempre fue así: siglos atrás llamas de odio y desconfianza distanciaron ciudades gemelas: Cartagena de Indias, ‘La Redentora’, joya de la Corona Española, arrullada por el Mar Caribe (Pedro de Heredia, junio 1 de 1533); y Villa de Mompox, ‘La Valerosa’ (Alonso De Heredia, mayo 3 de 1537), aferrada a las aguas milagrosas del Río Grande de La Magdalena, convertida en centro estratégico, comercial e intelectual de la Nueva Granada, cuna de los ‘Lanceros’, esos que aportaron la testosterona que faltaba a la Independencia absoluta de Colombia y Venezuela.

El tire y jala entre ciudades hermanas se atribuye a la ausencia, casi absoluta, de autoridad, desorden político vivido en España durante 1818, generando conflictos en sus colonias, para acentuar disputas entre villas y ciudades en distintos virreinatos. Cartagena de Indias y Mompox fueron ensangrentados botones de muestra.

Desde su fundación, “en Mompox la inteligencia es peste” y, apalancados por inmejorable ubicación geográfica, se trasformaron en........

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