El ser humano, en su esencia genética, no fue creado para perdonar, sino para luchar por la supervivencia de su especie, sin embargo, existen seres pletóricos de bondad, líderes políticos y religiosos, asegurando que el agresor tiene derecho a una primera, segunda, tercera oportunidad y pocos se ocupan de la víctima acechada por hienas y serpientes venenosas: “Errar es de humanos: quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra”, fijando el tope del perdón en 70 veces 7, según los sagrados Evangelios en un mundo suelto de madrina, cada vez más arisco, desconfiado y violento.

Para entender esta sociedad caótica, forrada en códigos y normas que muy pocos respetan y convierten en papel higiénico, es imprescindible saber lo que sabían nuestras abuelas por instinto: el carácter del hijo lo moldea, esencialmente, la madre desde cuando está en su vientre hasta la tumba, de modo que el aprendizaje de la tolerancia, solidaridad y humildad florecen en su regazo y no existe duda de que, tanto el rencor como la benevolencia, se inician en el periodo embrionario perfeccionados con experiencias sucesivas de errores@acierto, a partir de los 15-18 meses de nacidos, interiorizando rutinas fundamentales para la supervivencia.

Todo un manual bien pensado y concebido bajo la tutela de ese ser de luz inagotable: MAMÁ, corazón gigantesco a cargo de cimentar carácter, afectos y dignidades en sus hijos, ahora a la topa tolondra, sueltos de madrina, tutelados por manos extrañas o pegados a ubres tecnológicas, aprendiendo que, en esta vida, todo es efímero: se compra y se vende, incluso la felicidad viene por kilos en ‘Mercado Libre’ junto a la lógica del escorpión que todo lo devora, incluso a su madre, con tal de mantenerse vivo.

Sin embargo, en materia de otorgar perdón o actuar con implacable dureza, la humanidad, desde el principio de los tiempos, oscila entre quienes consideran la ‘Ley del Talión’ como única salida, mientras John F. Kennedy recomendaba: “Perdona a tu enemigo, pero jamás olvides su rostro”, y Mahatma Gandhi imitaba al Sándalo perfumando el hacha que lo hiere, convencido de que “Perdonar es el valor de los valientes”. Claro que, tanto Kennedy, Gandhi y Jesucristo sucumbieron a manos de quienes consideraban seguidores incondicionales.

¿Quién lo duda? La violencia que nos calcina en tiempos signados por odio y avaricia, no da tregua ni gabelas de perdón, engendrando más violencia y, así como aún duele, profundamente, el Holocausto promovido por Hitler, decidido a exterminar al pueblo judío en hornos crematorios y campos de concentración, urge detener ¡ahora...! a judíos sionistas masacrando niños palestinos, aún hospitalizados, moribundos o convalecientes, incluyéndolos, cuanto antes, en la nueva y humanitaria ‘Lista de Schindler’.

QOSHE - Gabelas del perdón - Henry Vergara Sagbini
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Gabelas del perdón

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20.11.2023

El ser humano, en su esencia genética, no fue creado para perdonar, sino para luchar por la supervivencia de su especie, sin embargo, existen seres pletóricos de bondad, líderes políticos y religiosos, asegurando que el agresor tiene derecho a una primera, segunda, tercera oportunidad y pocos se ocupan de la víctima acechada por hienas y serpientes venenosas: “Errar es de humanos: quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra”, fijando el tope del perdón en 70 veces 7, según los sagrados Evangelios en un mundo suelto de madrina, cada vez más arisco, desconfiado y violento.

Para entender esta sociedad caótica, forrada en códigos y normas que muy pocos respetan y convierten en........

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