Hace un cuarto de siglo (febrero 2 de 1999), cuando asumió la presidencia de Venezuela, Hugo Chávez Frías, hasta la oscuridad de hoy, en manos de Nicolas Maduro Moros, convirtieron a uno de los países más ricos y prósperos de la Tierra, en cementerio de sueños y libertades: de sus 30 millones de habitantes, 8 millones (30%) salieron en estampida hacia el exilio, con el objetivo de garantizarle el pan a su camada.

En Venezuela..., con los mayores recursos naturales del planeta: oro, petróleo, ríos, océano, lagos, tierras fértiles a tutiplén, el 30% de los niños menores de 5 años sufren y mueren víctimas inocentes de la desnutrición; la devaluación está en 16%, el desempleo es del 26%, ubicándose en el top del ‘Índice de Miseria’, y aun así, los chavistas aseguran vivir en el paraíso y no en el más caliente e injusto de los infiernos, y mientras los herederos de Chávez se aferran al poder, sus paisanos se exponen a la selva ponzoñosa del Darién y al mar embravecido buscando el ‘sueño americano’, “Venezolanos, ¡go home!”.

Y, en medio de semejante tragedia humanitaria, uno se pregunta: ¿Para qué diablos sirven los costosísimos y cuadripléjicos organismos internacionales?

OEA, Celac, Prosur, entre muchos otros..., es como tener carro sin motor ni gasolina. ¿Y qué decir de los ‘presidentes-camaradas?’ Mudos, apoltronados contemplan la estampida de venezolanos, huyendo de su patria como ánimas que se las lleva Maduro, quien está dispuesto a quedarse con la jáquima per sécula seculórum, pisoteando los átomos que le quedan a la enclenque democracia, convencido de que no hay nada qué temer, pues sus paisanos son “cobardes frente a la bota chavista, ariscos y valientes reclamando derechos en los países ajenos”. Razones les sobran a quienes desean modificar el Himno de Venezuela –Juan José Landaeta–, “Gloria al bravo pueblo”, por cantos de plañideras.

Claro que, los que así opinan, no conocen a María Corina Machado Parisca (Caracas, octubre 7 de 1967), fulgurante ingeniera industrial de la renombrada Universidad Andrés Bello, activista social, fundadora del movimiento político ‘Soy Venezuela’, madre de tres hijos, a sus 56 años no conoce el miedo: conserva intactos sueños de adolescencia, enfrentando al régimen chavista, arbitrario y brutal.

Si pudiera sufragar en Venezuela votaría un millón de veces por María Corina, aun cuando presiento que ya están firmados el carcelazo o el paredón para aquietarla de una vez por todas, mientras se termina de podrir la Democracia.

Sus paisanos, mayoritariamente, guardan silencio cobarde, quizás porque no escucharon la sentencia de Martin Luther King, apóstol - mártir de la no violencia: “No preocupa tanto los graznidos de la gente mala, sino el espantoso silencio de la gente buena”.

Por fortuna los cojones que les guindan a madres y abuelas venezolanas, comenzando por María Corina Machado, son más briosos que la espada y las espuelas de Bolívar.

QOSHE - Los cojones de María Corina - Henry Vergara Sagbini
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Los cojones de María Corina

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05.02.2024

Hace un cuarto de siglo (febrero 2 de 1999), cuando asumió la presidencia de Venezuela, Hugo Chávez Frías, hasta la oscuridad de hoy, en manos de Nicolas Maduro Moros, convirtieron a uno de los países más ricos y prósperos de la Tierra, en cementerio de sueños y libertades: de sus 30 millones de habitantes, 8 millones (30%) salieron en estampida hacia el exilio, con el objetivo de garantizarle el pan a su camada.

En Venezuela..., con los mayores recursos naturales del planeta: oro, petróleo, ríos, océano, lagos, tierras fértiles a tutiplén, el 30% de los niños menores de 5 años sufren y mueren víctimas inocentes de la desnutrición; la devaluación está en 16%, el desempleo es del 26%, ubicándose en el top del ‘Índice de........

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