Ante tanta baratija religiosa que circula por las redes sociales bien valdría la pena que los católicos y creyentes del cristianismo nos propongamos este año que estamos iniciando formarnos adultamente en la fe. El Beato Francisco Jordan, fundador de la comunidad religiosa a la que pertenezco, la Sociedad del Divino Salvador, insistió con fuerza en la necesidad de una popularización de la teología como búsqueda de formas nuevas y diversas de proponer las verdades de la fe a niños, jóvenes y adultos. Y cuán importante es en este tiempo una sólida formación en la fe que asuma las demandas del Concilio Vaticano II y de los obispos latinoamericanos y caribeños, en sus cinco conferencias continentales.

Mientras la teología y los teólogos, los biblistas y exégetas hacen avances importantes en la interpretación y comprensión de las escrituras santas y de la urgencia de las correctas prácticas unidas a la sana doctrina, pululan interpretaciones literales de los relatos bíblicos y torcidos moralismos que colocan cargas pesadas en la conciencia de los más débiles, en una confusión vergonzosa entre complejo de culpa y conciencia de pecado. Me pregunto si ellos o ellas las cargan de igual manera. Fenómenos de comportamientos arribistas y rápido enriquecimiento de algunos predicadores o líderes de nuevos movimientos religiosos señalan otro cantar ante la obsesiva búsqueda de prosperidad y milagros.

Urge aprovechar las oportunidades de formación que ofrece la Iglesia local de Cartagena de Indias en sus centros de formación o en las parroquias en particular. Esta es la posibilidad mayor para que la propuesta de convertirnos en Iglesia comunión de comunidades y sinodal se haga realidad en la vida cotidiana por el compromiso con la transformación de la experiencia personal y su inserción en los grandes desafíos de honestidad, transparencia y consolidación de la justicia que este tiempo demanda; si más allá de conjeturas politiqueras tenemos un cristiano que sabe que unida a su fe personal va una conciencia crítica acerca del barrio en que vivimos, de la ciudad que conformamos y del país que soñamos, algo nuevo puede ir naciendo.

El desafío sigue allí. Laicos y laicas formados que se comprometan con sus comunidades en los diversos servicios necesarios para configurar un rostro de Iglesia urgida de hacer presente el Reino de Dios; desde los detalles más sencillos a la manera del grano de mostaza, hasta los compromisos que señalan la necesidad de asumir las posiciones de liderazgos nuevos y honrados que salven de los mismos con las mismas. Empezando desde el hogar donde papá es capaz de dialogar con sus hijos acerca de lo de Dios y mamá es estímulo cotidiano a la conversación diáfana con el Señor por la oración. Estamos en una hora que pide decisión para una formación sólida de los creyentes, que comprometa con nuevas prácticas.

*Teólogo, Parroquia Santa Cruz de Manga.

QOSHE - de la hora - Ignacio Antonio Madera Vargas
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28.01.2024

Ante tanta baratija religiosa que circula por las redes sociales bien valdría la pena que los católicos y creyentes del cristianismo nos propongamos este año que estamos iniciando formarnos adultamente en la fe. El Beato Francisco Jordan, fundador de la comunidad religiosa a la que pertenezco, la Sociedad del Divino Salvador, insistió con fuerza en la necesidad de una popularización de la teología como búsqueda de formas nuevas y diversas de proponer las verdades de la fe a niños, jóvenes y adultos. Y cuán importante es en este tiempo una sólida formación en la fe que asuma las demandas del Concilio Vaticano II y de los obispos latinoamericanos y caribeños, en sus cinco conferencias continentales.

Mientras la........

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