Esta Navidad la viviremos bajo el fuego de las guerras. No solo Rusia y Ucrania, Israel y Hamás, sino también algunos países de África. Y en nuestro país, porque en los campos y ciudades colombianas la violencia se señorea en una constante que nos deja perplejos, generando la sensación de no encontrar por dónde ni cuándo va a llegar la paz. La insensatez de la que habla el salmista puede estar acompañada por la pregunta: ¿Dónde está Dios? (Salmo 53,1-4) Una pregunta que hacemos desde la perspectiva del poder aplicado a Dios en su máxima expresión: si Dios es Dios y Todopoderoso, ¿por qué no ha hecho o hace algo para que cese tanta masacre y tanta sangre inocente derramada?

Los rostros de las madres aterradas, de los niños ensangrentados, no tocan el ser y la conciencia de los dueños de las guerras, verdugos de la vida y prepotentes incapaces de convivir en armonía y paz. Agotados en la trágica búsqueda del poder sobre el capital y las armas de la muerte. Los organismos internacionales como la ONU se pronuncian sin lograr la acogida de sus decisiones. Pareciera que solo el obsesivo deseo del dominio del más rico y fuerte estuviera por encima de toda consideración humana y divina.

En este contexto nuevamente celebramos Navidad, seguimos creyendo que los pueblos que vivimos en tinieblas hemos visto una luz grande (Isaías 9,2). El niño que nace es la contestación a todo este entramado de intereses encontrados. No ha sido la encarnación de Dios en el niño de Belén una opción de Dios por el poder sino por la sencillez y la humildad. En una familia normal de Nazaret de Galilea nace un niño que, al llegar a la adultez, realiza su misión de predicar el Reino de Dios como su reinado y su preferencia por las víctimas, las y los excluidos, los perseguidos por causa de la justicia, los benditos del Padre porque dieron de comer, de beber, donaron vestido al desnudo y visitaron a los presos (Mateo 25, 35-46).

Navidad no es panderetas y bombas multicolores; es la contestación por seguir en la mitad del fuego. La encarnación de Dios en la fragilidad de un niño que vivió la persecución y la migración, es el triunfo de Dios por la misericordia y no por el poder. Es llamada a los que nos sentimos convocados a seguirle, a negarnos a toda justificación de la violencia y la desigualdad, venga de donde venga, profetas y profetizas de la justicia y de la paz, para que, el llamado a la paz llegue a cada corazón y cada hogar. Urgente necesidad de volver al hogar en Navidad para sentir el calor de familia, la unidad de familia, en la novedosa experiencia de ver a Dios en la bondad y el consuelo que nos vienen de saber que todo pasa pero las palabras del divino niño galileo, no pasarán. Por ello: “Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres que Dios ama” (Lucas 2,14).

*Teólogo, Parroquia Santa Cruz de Manga.

QOSHE - En la mitad del fuego - Ignacio Antonio Madera Vargas
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En la mitad del fuego

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17.12.2023

Esta Navidad la viviremos bajo el fuego de las guerras. No solo Rusia y Ucrania, Israel y Hamás, sino también algunos países de África. Y en nuestro país, porque en los campos y ciudades colombianas la violencia se señorea en una constante que nos deja perplejos, generando la sensación de no encontrar por dónde ni cuándo va a llegar la paz. La insensatez de la que habla el salmista puede estar acompañada por la pregunta: ¿Dónde está Dios? (Salmo 53,1-4) Una pregunta que hacemos desde la perspectiva del poder aplicado a Dios en su máxima expresión: si Dios es Dios y Todopoderoso, ¿por qué no ha hecho o hace algo para que cese tanta masacre y tanta sangre inocente derramada?

Los rostros de las........

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