Ante la llegada de un nuevo año nos sentimos impulsados a desear mejores días que los pasados. Ante todo, a nivel de la economía se espera que los salarios, empezando por el salario mínimo, algún día lleguen a ser justos y las garantías y derechos, como las obligaciones y emolumentos, sean los mismos para los ricos que para los pobres, para los políticos y los campesinos, los estudiantes y los ejecutivos. Toda la utopía de mundos nuevos parece removerse cuando pasamos de un año al otro.

Igualmente podemos desear mejores días para nuestra Iglesia Católica y para nuestra fe cristiana, días en los cuales el llamado del papa Francisco de un mundo en justicia, solidaridad y paz deje de ser voz del que clama en los desiertos, que parecen ser los pueblos poderosos que cohonestan genocidios y siguen proclamándose modelos de democracia y libertad. Viene a mi pensamiento una canción de una cantautora latinoamericana que en años pasados y presente me ha encantado, no solo escuchar, sino igualmente cantar: “¿De qué nos sirve la libertad... si no hay justicia, María Pilar?” y María Pilar era una mujer que buscaba a su marido desparecido por luchar por los muchos que “necesitaron abrigo y pan”. Que esa voz profética del papa Francisco siga resonando, aunque no se quiera abrir los ojos o los oídos para ver y escuchar lo que hace ver y lo que dice.

Desear que la Iglesia en salida, comprometida hasta el fondo con las periferias existenciales de la humanidad, de este país y de esta ciudad, no se marchite ante tanta propuesta fundamentalista, milagrera y moralista que circula por las redes y es asumida por tantos que están llamados a desarrollar una fe sólida, teológicamente anclada en las enseñanzas del Concilio y del magisterio Latinoamericano y Caribeño. Una Iglesia que no tema perder dádivas, poderes y sitiales porque ha decidido colocar, como lo afirma con claridad, el objetivo de la pastoral de la Arquidiócesis de Cartagena, que el centro de su mirada y corazón sean los pobres.

Desear que cada día aumente el número de laicos y laicas que se forman para ser presencia evangelizadora en la empresa, la política, la academia, los sindicatos, los liderazgos en los barrios populares, los gremios y el mundo del arte y la cultura. Que una Iglesia con diversidad de servicios a las comunidades supere el clericalismo y crezca en la evangélica igualdad de todos en el santo pueblo fiel de Dios; en donde, desde la diversidad y la pluralidad de vocaciones, seamos insobornables servidores del Reino, porque el tiempo se ha cumplido y estamos ante un nuevo año que nos pide asumir novedosas maneras de vivir nuestra fe y nuestra esperanza, en el triunfo de la resurrección sobre todas las muertes de este tiempo. Un feliz año para la Iglesia y para los que desde ella estamos entregando la vida, es el deseo mayor que podemos cultivar y hacer realidad.

*Teólogo, Parroquia Santa Cruz de Manga.

QOSHE - Otros buenos deseos - Ignacio Antonio Madera Vargas
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Otros buenos deseos

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31.12.2023

Ante la llegada de un nuevo año nos sentimos impulsados a desear mejores días que los pasados. Ante todo, a nivel de la economía se espera que los salarios, empezando por el salario mínimo, algún día lleguen a ser justos y las garantías y derechos, como las obligaciones y emolumentos, sean los mismos para los ricos que para los pobres, para los políticos y los campesinos, los estudiantes y los ejecutivos. Toda la utopía de mundos nuevos parece removerse cuando pasamos de un año al otro.

Igualmente podemos desear mejores días para nuestra Iglesia Católica y para nuestra fe cristiana, días en los cuales el llamado del papa Francisco de un mundo en justicia, solidaridad y paz deje de ser voz del que clama en los........

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