La cuaresma son cuarenta días preparatorios a la celebración de la muerte y resurrección de Jesucristo; tiempo en el cual la insistencia de la liturgia de la Iglesia Católica es la conversión, el cambio, la transformación de la vida de quienes hemos asumido vivir a la luz de la propuesta de Jesús de Nazaret, el Cristo, nuestra existencia.

Se nos urge a la conversión porque el tiempo se ha cumplido. El tiempo de las promesas sin ejecutorias, de las componendas para no realizar los cambios que urgen, de las mentiras para esconder las verdades, de los rostros aparentes para ocultar las intenciones malsanas, de tanta corrupción de pensamientos y maldad camuflados. No es posible conversión sin rupturas, sin dejar de lado, sin abandonar lo que no es de Dios, sin negarse a las baratijas religiosas que comercian con milagros y calman las neurosis y las histerias con conjuros y sortilegios. Cuaresma, desde la perspectiva de los santos evangelios, es un serio desafío a todo esto.

Ciertamente, romper con el imperio del dinero como criterio articulador de las relaciones entre los pueblos y al interior de ellos, con la dominación tecnológica que aumenta la brecha entre sus poseedores y los condenados a nunca tenerlas, o a ser sus víctimas porque los robots remplazan los empleados y en las gasolineras ya no se tiene la sonrisa morena que saluda jovialmente sino el autoservicio solitario y silencioso.

Conversión es valoración de lo humano sin mediación del capital, es privilegio de la mano amiga en lugar del tecleo obsesivo e irrespetuoso. Es todo un programa de vuelta a la vida que contempla la naturaleza con amor y a los seres humanos como hermanos llamados a construir la fraternidad, la solidaridad y la paz, porque somos imagen de un Dios creador, comunión de los divinos tres. En la vivencia de la que el papa Francisco con lucidez singular denomina ecología integral que une al grito de la tierra el grito de los pobres.

Acepta la llamada a transformarte en cuaresma a romper con algo que te esté atando a la deshumanización y al ateísmo práctico y ábrete al mandato fundamental del amor a Dios primero y con ese amor primero a los hermanos y hermanas que encuentras en los caminos de la vida. No es otro el sentido de la llamada a la conversión, al allanar los caminos y rectificar los senderos. Entonces cuaresma es más que miércoles de ceniza para ser desafío a la vida cotidiana, y en definitiva apertura a una vida feliz, porque es vida liberada del mal. Prepararse para la Semana Santa en estos cuarenta días es hacer del cambio motor de vida que nos impulsa a construirnos como personas, familias y comunidades, tejiendo relaciones de solidaridad, justicia y amor.

*Teólogo, Parroquia Santa Cruz de Manga.

QOSHE - Un tiempo sugestivo - Ignacio Antonio Madera Vargas
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Un tiempo sugestivo

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10.03.2024

La cuaresma son cuarenta días preparatorios a la celebración de la muerte y resurrección de Jesucristo; tiempo en el cual la insistencia de la liturgia de la Iglesia Católica es la conversión, el cambio, la transformación de la vida de quienes hemos asumido vivir a la luz de la propuesta de Jesús de Nazaret, el Cristo, nuestra existencia.

Se nos urge a la conversión porque el tiempo se ha cumplido. El tiempo de las promesas sin ejecutorias, de las componendas para no realizar los cambios que urgen, de las mentiras para esconder las verdades, de los rostros aparentes para ocultar las intenciones malsanas, de tanta corrupción de pensamientos y maldad camuflados. No es........

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