Los maestros eran nuestra inteligencia artificial. Qué mejor que llegar al aula de clase, en el colegio, y escuchar los recuentos históricos, el contexto en que sucedían las cosas, y reflexionar a partir de esa interpretación que los maestros nos hacían. Disfrutar de una buena clase siempre ha sido para mí uno de los placeres más grandes de la vida.

Por eso hoy, una de las reflexiones inevitables que encuentro va en línea con el rol del maestro frente a la inteligencia artificial, como herramienta indudable del aprendizaje, pero con límites éticos y legales que pondrán a prueba la flexibilidad de nuestras convicciones, formas de hacer las cosas y de concebir de manera coherente el mundo en el que nos movemos.

La evolución como condición inherente al ser humano implica convivir con el cambio. Maestros y profesionales de cualquier índole estamos en el centro de este torbellino llamado inteligencia artificial generativa. Comprender sus alcances y modelos, capaces de aprender lenguaje, contexto e intención, nos ponen delante la posibilidad de acceder a procesos más personalizados de aprendizaje y búsqueda de conocimiento.

Cuando éramos niños, la interpretación del mundo estaba mediada por el maestro o por los padres. Procesos que se complementaban con la búsqueda en enciclopedias y más adelante en la Internet. En las aulas, antes de levantar la mano para preguntar al maestro, cada vez más, estudiantes con dispositivos a la mano, preguntan a la IA las respuestas que quieren saber, antes que a sus maestros.

Y aunque tarde un tiempo para que esta sea la realidad de la mayoría de los estudiantes colombianos, siendo un país en desarrollo, con deficiencias en infraestructura tecnológica y calidad educativa, lo cierto es que la realidad de las prácticas educativas y laborales están cambiando en estudiantes y trabajadores más adultos, que acceden a la IA para adelantar sus labores diarias.

Se nos invita a que veamos las ventajas de la IA generativa como una herramienta clave para ganar en productividad, dejar de ocupar el tiempo en tareas rutinarias y enfocarnos en lo estratégico y creativo, pero me cuesta pensar en el desarrollo de la creatividad en un contexto en el que, no nos han preparado para enfrentar los impactos de interactuar con máquinas y programas que tienen todas las respuestas que podamos necesitar.

Nos encontramos en una paradoja muy grande. La inteligencia artificial generativa impone nuevas formas que no podemos ignorar y que, entre muchos otros debates, nos lleva a repensar en el presente de todas las profesiones, porque esto ya no va de futuro, es aquí y es ahora.

La capacidad de reacción será determinante para comprender esta realidad y rápidamente asumir posiciones claras y derroteros a seguir. La carrera por la hiperpersonalización avanza y el llamado es para que todos los sectores, academia, producción, comunicación, comercialización de bienes y productos, incluso desde el Gobierno, adaptemos o construyamos nuevos roles, con una intención ante todo ética frente al uso de estas nuevas herramientas. Asumirlo de manera consciente, sin resistencias, es el mejor camino.