Latinoamérica no puede seguir viviendo en la resignación, en una carrera para llegar a una meta que pareciera inalcanzable como lo es tener países desarrollados, con economías sólidas y calidad de vida para sus habitantes. Dejar de ser países “en vías de desarrollo” y lo que ello amerita es una de las reflexiones que pone sobre la mesa Bruce Mac Master, presidente de la ANDI, en su reciente libro, El continente de los países resignados.

La reflexión no puede ser más acertada, pues vivimos una realidad que parece empujarnos al abismo de la desesperanza y la inacción. Mac Master enfatiza en la necesidad de ir más allá, y unir fuerzas no solo para asumir los retos globales de cara a la sostenibilidad, sino aquellos que nos permitan como humanidad superar de manera contundente la inequidad, y que, para avanzar de manera positiva, la clave es encontrar una agenda común que nos movilice a acabar con las grandes dificultades que por siglos nos han alejado del anhelado desarrollo.

Sin duda, el trazarnos un propósito común será el mejor inicio, apalancar los resultados de manera colectiva es la clave.

En este camino, emergen las empresas como habilitadoras del desarrollo y el crecimiento de las sociedades, con un llamado no solo a contribuir en las condiciones económicas de los países, sino también a abanderar, a partir de la confianza que están siendo capaces de generar con sus grupos de interés, escenarios que cierren las marcadas brechas que existen, por ejemplo, para acceder a la innovación y a los avances tecnológicos.

Y es que, de acuerdo con el Edelman Trust Barometer de 2024, las empresas están llamadas a contribuir en la efectiva gestión de la innovación, pues el escenario de polarización que vivimos se ve exacerbado precisamente por la falta de posibilidades que tiene gran parte de la sociedad para acceder a la innovación y a la tecnología. Empresas que no solo impulsan los cambios y son agentes movilizadoras, sino que además adelantan, proactivamente, estrategias de comunicación para seguir construyendo confianza con la sociedad.

Uno de los aspectos que de manera positiva subrayó el estudio, es que esa curva de crecimiento de la confianza sociedad - empresa va en alza, esto reitera el rol trascendental que tienen las compañías y sus CEO en el futuro sostenible que todos anhelamos, y en el que además se espera que contribuyan en gran medida al progreso social, al uso ético de la tecnología, entre otras gestiones.

Una agenda común amerita entonces, desarrollar capacidades para entablar diálogos abiertos y respetuosos, que pongan sobre la mesa los temas que realmente importan, los que no dan espera y que deben ubicarse entre las prioridades. Más relevante en este escenario será, dejar muy claro el papel que cada jugador tendrá si queremos de verdad actuar en consonancia con el futuro que imaginamos.

QOSHE - Una agenda común - Jackeline Pájaro López
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Una agenda común

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29.01.2024

Latinoamérica no puede seguir viviendo en la resignación, en una carrera para llegar a una meta que pareciera inalcanzable como lo es tener países desarrollados, con economías sólidas y calidad de vida para sus habitantes. Dejar de ser países “en vías de desarrollo” y lo que ello amerita es una de las reflexiones que pone sobre la mesa Bruce Mac Master, presidente de la ANDI, en su reciente libro, El continente de los países resignados.

La reflexión no puede ser más acertada, pues vivimos una realidad que parece empujarnos al abismo de la desesperanza y la inacción. Mac Master enfatiza en la necesidad de ir más allá, y unir fuerzas no solo para asumir los retos globales de cara a la sostenibilidad,........

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