En Navidad recibimos el mayor tesoro, Dios nace en medio de nosotros, viene al mundo como un niño engendrado por la acción del Espíritu Santo en las entrañas de la Virgen María Santísima. Él viene a rescatarnos del pecado y de la muerte mediante sus enseñanzas y su vida entregada por amor a nosotros. Comparte con nosotros la humanidad para que participemos con Él de sus atributos divinos de bondad, plenitud, eternidad, felicidad.

Dios nos muestra su cercanía, mediante su hijo Jesús. Nos habla a través de palabras entendibles. A través de sus obras expresa su misericordia, integridad, perdón, amor. Le da un papel protagónico a la familia al hacerse presente en medio de un hogar. Le da importancia al trabajo cotidiano, participando del trabajo de José como medio para servir a los demás y ganar el sustento diario. Valora la vida comunitaria, sirviendo, guiando, curando, enseñando. Jesús nos transforma y nos hace pertenecer a una sola familia. Esa relación cercana e íntima que tiene con su Padre la hace extensiva a todos nosotros: “Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo”.

Él nos enseña a vivir con un propósito superior nuestra existencia y a aspirar a los bienes eternos.

Hoy es día de gratitud infinita hacia nuestro Dios, por eso cantamos el Salmo con júbilo en el corazón: “¡Cantaré eternamente tus misericordias, Señor”! Nos dice San Pablo: el mensaje de Jesucristo busca atraer a todas las naciones a la obediencia de la fe y nos invita a darle gloria al Dios único, infinitamente sabio.

Hoy podemos vivir en nosotros las palabras del ángel a María: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Podemos, gracias a la presencia de Jesús en medio de nosotros, llenarnos de su gracia y mantenernos con Él en el corazón, si tenemos la disposición total de acogerlo como nos enseña su madre: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. Podemos aprender a ser felices como ella, la Bienaventurada, la más dichosa de las criaturas, porque ha sido testigo como nadie del infinito amor de Dios.

Todas las realidades cotidianas a partir del nacimiento de Jesús adquieren un valor sobrenatural, porque, unidos a Él, las podemos transformar en medios de crecimiento y santidad.

En mi carta al niño Dios quiero pedirle que nos enseñe a apreciarlo como el tesoro más valioso y nos comprometamos en la transformación de las realidades que no sean coherentes con sus enseñanzas. Que nos llenemos de su presencia, de su amor, su luz, su vida, su paz y aprendamos a servirle con santidad y justicia todos los días en medio de nuestras situaciones que vivamos en nuestro interior, en la familia, en el trabajo, estudio o descanso y en la vida social y comunitaria. ¡Feliz Navidad!

*Sm 7,1-5.8b-12.14a.16; Sal 88; Rm 16, 25-27; Lc 1,67-79.

*Economista, orientadora familiar y coach personal y empresarial.

QOSHE - El mayor tesoro - Judith Araújo De Paniza
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El mayor tesoro

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24.12.2023

En Navidad recibimos el mayor tesoro, Dios nace en medio de nosotros, viene al mundo como un niño engendrado por la acción del Espíritu Santo en las entrañas de la Virgen María Santísima. Él viene a rescatarnos del pecado y de la muerte mediante sus enseñanzas y su vida entregada por amor a nosotros. Comparte con nosotros la humanidad para que participemos con Él de sus atributos divinos de bondad, plenitud, eternidad, felicidad.

Dios nos muestra su cercanía, mediante su hijo Jesús. Nos habla a través de palabras entendibles. A través de sus obras expresa su misericordia, integridad, perdón, amor. Le da un papel protagónico a la familia al hacerse presente en medio de un hogar. Le da importancia al trabajo........

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