No es en tono de burla el título, cualquiera pensaría que haré peticiones como, por ejemplo, quiero tener una mansión, quiero tener un automóvil, quiero ser alta, de ojos azules y rubia o quiero ser negra con cabellos ensortijados y dentadura perlada con un esbelto cuerpo, quiero una oportunidad laboral y así, sucesivamente. Para esta época que entra de la Semana Mayor, que es de recogimiento, regocijo, aceptación y reflexión permanente, aparte de la conversación íntima de cara a cara y amor en simbiosis espiritual con el Todopoderoso para los creyentes en él, mi petición para ese milagrito es en voz alta y lograr en oración colectiva, con compromiso masivo, que ocurra de una vez por todas. Me refiero puntualmente a las basuras y RCD focalizados como si fuesen una virosis que se propaga incursionando acechante, como quien quiere o no quiere la cosa, y después se vuelve sinvergüenza y ataca a la vista de todos y lo más doloroso es el daño ocasionado en la salud y en el ambiente. Siempre que escribo lo hago con conocimiento de los hechos. En ocasiones, con un equipo de trabajo, tras recorrer el caño de Juan Angola y otros sectores en jornadas tediosas y a pleno azote del sol en las que se pretende sensibilizar a través de ejercicios lúdicos y con escoba de palito, rastrillo, pala; en medio de olores nauseabundos, habilitamos los puntos álgidos y al día siguiente, en la inspección, vuelven a pasar los señores con la carretilla apilando cuanto RCD, basura y cachivaches. Conversábamos con los vecinos para ver cómo se ponía coto a esta situación y contestaban: “Eso no es de nosotros, son personas que llegan de otros barrios y arrojan los desperdicios o escombros y no podemos decirles nada porque no queremos tener problemas”. ¿Es acaso una respuesta acertada, coherente a la realidad que nos toca padecer? En otra ocasión, mientras hacíamos el ejercicio para enseñarlos y mantener bonita la mansión o casona grande que es Cartagena, con la lengua seca y el sudor escurriendo, unos jóvenes sentados, hicieron su alerta –seño, seño, se le quedaron esas botellas que están arrumadas– ¡bárbaros!, yo no sabía si reír o llorar. En otro lugar, mientras hacíamos un mural para recuperar la zona, pasando la escoba para despejar el sitio, un transeúnte comía un banano y me tiró las conchas para que se las recogiera. ¿Qué campaña podemos lanzar con algún estímulo para que cada vecino entienda lo que es una calle, un barrio, una ciudad limpia? Con premios, no lo sé, para que denuncien a los supuestos que no son de ese sector y usan de botadero los espacios y una fuerte sanción a los propios que ignoran los horarios de Veolia y se pasan la ley por la faja y la ciudad esté sana de contaminación. Espero el milagro de una casa limpia y ordenada. Vamos por ti, Cartagena. Oremos.

*Escritora.

QOSHE - Cómo conseguir que se dé el milagro - Lidia Corcione Crescini
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Cómo conseguir que se dé el milagro

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26.03.2024

No es en tono de burla el título, cualquiera pensaría que haré peticiones como, por ejemplo, quiero tener una mansión, quiero tener un automóvil, quiero ser alta, de ojos azules y rubia o quiero ser negra con cabellos ensortijados y dentadura perlada con un esbelto cuerpo, quiero una oportunidad laboral y así, sucesivamente. Para esta época que entra de la Semana Mayor, que es de recogimiento, regocijo, aceptación y reflexión permanente, aparte de la conversación íntima de cara a cara y amor en simbiosis espiritual con el Todopoderoso para los creyentes en él, mi petición para ese milagrito es en voz alta y lograr en oración colectiva, con compromiso masivo, que ocurra de una vez por todas. Me........

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