Voy a llevarle panecillos a mi abuela”, decía Caperucita, una inocente niña vestida con capucha roja. “Cuidado”, le advertía mamá, “no hables con desconocidos”. Encamino esta reflexión hacia lo que significa el hambre, una simple intención de llevar comida a alguien, como detalle de amor, cambió por completo en el desarrollo de esta historia cuando apareció el lobo. Él la interceptó y empezó con su inteligencia a ponerle cascaritas, pintándole un camino más fácil para llegar a su destino, y así Caperucita Roja terminó devorada por ese animal y, de no ser por el leñador, otro sería su final. Una y otra vez, en las conversaciones con mi madre, casi involuntariamente, reitera la frase: “Tú no sabes lo que es el hambre”, e inmediatamente sus ojos empañados dejan asomar una lágrima y seguramente a su mente se asoman los bombardeos y el miedo a morir por la absurda guerra. Y continúo con mi análisis: El PAE, que además es el motor del desarrollo de miles y miles de criaturas que apenas se sostienen y que llevan, de por sí, un lánguido camino a la expectativa de cumplir sueños y seguir estudiando para ser alguien en la vida, como reza el dicho, y seguir adelante y ser profesional.

Esta es otra de las tantas adversidades por las que muchas personas viven a diario y en ocasiones solo tienen la oportunidad de una sola ración: si desayunan, no hay para el almuerzo o cena o viceversa. Muchas de estas caperucitas con las argucias del lobo humano o del hombre con piel de lobo, que se aprovechan de las situaciones de estas niñas y niños, y les ofrecen paraísos de barro para comprarles el cuerpo por unos cuantos billetes. El tejido social está debilitado y no porque no conozcamos la situación, bien la conocemos, sencillamente porque cada cual se ocupa de lo suyo y conociendo las verdades se les busca y dan soluciones a medias. Los programas de gobierno son muy bellos, están invadidos de metáforas, versos idílicos, mientras que la realidad es una verdadera odisea.

¿Cómo hay que hacer para que estás grandes sumas de dinero que se destinan o se entregan para cubrir el PAE, se ejecuten con rigurosidad y en los tiempos estipulados para ello?, ¿cuántas veces hemos escuchado sobre los enriquecimientos tramposos con los contratistas y las manos negras que se involucran en el tema?, ¿se justifica acaso que se juegue con el futuro de unos niños de estómago afligido?, ¿cuándo realmente entenderán los obligados en la materia por la administración de estos contratos que, si las cosas no se hacen bien, la ciudad prospera porque engendra personas saludables, menos temerosas, más atendidas y protegidas? La vida, el crecimiento de cada persona y su desarrollo es una cadena, pero si desde muy temprana edad se rompe, ¿qué esperamos realmente de una sociedad? Ojalá todos lo pensemos así y lograr mejores cosas para Cartagena.

*Escritora.

QOSHE - El afligido estómago - Lidia Corcione Crescini
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El afligido estómago

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09.04.2024

Voy a llevarle panecillos a mi abuela”, decía Caperucita, una inocente niña vestida con capucha roja. “Cuidado”, le advertía mamá, “no hables con desconocidos”. Encamino esta reflexión hacia lo que significa el hambre, una simple intención de llevar comida a alguien, como detalle de amor, cambió por completo en el desarrollo de esta historia cuando apareció el lobo. Él la interceptó y empezó con su inteligencia a ponerle cascaritas, pintándole un camino más fácil para llegar a su destino, y así Caperucita Roja terminó devorada por ese animal y, de no ser por el leñador, otro sería su final. Una y otra vez, en las conversaciones con mi madre, casi involuntariamente, reitera la frase: “Tú no........

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