Desde niña recuerdo caminar por las calles del Centro de Cartagena agarrada de la mano de mamá, conservo todas las fotografías tomadas por un señor cerca del edificio del Banco Popular, creo que a los de mi época les acompaña ese recuerdo (por favor, escarben). Ir al Centro se constituía en un viaje lleno de sorpresas. Con el tiempo, ya crecida, estudié en la UdeC, soy orgullosamente egresada del Alma Mater y mientras caminaba desde el reloj público pasando por la calle Primera de Badillo, debía zigzaguear mi andar puesto que existía cuanto vendedor ambulante pudiéramos imaginar, por aquello del rebusque y la oportunidad de chambear donde fuera y como fuera, las chazas o chuzos de: pintauñas, hilos, cremas, fósforos, peinetas, zapatos, y la emblemática esquina del Tía del arreglo de las licuadoras, donde se encontraba lo inimaginable. En mi poco entendimiento de lo público –apenas era una primípara del Derecho–, me parecía impropio, dado que era difícil circular por la calle debido a la ocupación de los andenes y no me parecía justo con el peatón, me preguntaba dónde harían sus necesidades fisiológicas los vendedores, esa incógnita aún me acompaña. Una vez graduada y cuando las calles se vieron atestadas de estos vendedores, veía las redadas, llegaban los camiones y empezaban a desmantelar los puestos y “a unos sí y a otros no”, eso también me causaba curiosidad. Indagué para no tragar entero y es que algunos tenían un carnet que les permitía usar el espacio público, documento expedido por un alcalde que duró varios períodos y otros tantos. Entonces en ese desorden burocrático empecé a entender el compromiso del voto y me hervía la sangre. Hablar de lo que hicieron o no hicieron es letra muerta, ahora debemos centrarnos en lo que se busca y pretende para Cartagena en esta administración. “El espacio público es el conjunto de inmuebles públicos y los elementos arquitectónicos y naturales de los inmuebles privados destinados por naturaleza, usos o afectación a la satisfacción de necesidades urbanas colectivas que trascienden los límites de los intereses individuales de los habitantes”. Hay que ordenar la casa, hay que encontrar posibilidad de trabajo para las personas, pero no en cada esquina, ni debajo de cada árbol, ni en ningún espacio público. Vi el video en un noticiero a una chica que enfrentándose a las autoridades verbalmente, gritando que a los que están trabajando sí los sancionan y a los delincuentes no; sin darle la razón o quitársela, una cosa sí es clara, el espacio público ha sido abusado por las ocupaciones de misceláneas de negocios que a un sinnúmero de los que se apropiaron han tenido que indemnizarlos, ¡vaya usted a saber en qué normatividad dice que el espacio público tiene prescripción adquisitiva de dominio! No tengo la fórmula, pero habrá peritos en la materia. El orden es progreso.

*Escritora.

QOSHE - El espacio público - Lidia Corcione Crescini
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El espacio público

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12.03.2024

Desde niña recuerdo caminar por las calles del Centro de Cartagena agarrada de la mano de mamá, conservo todas las fotografías tomadas por un señor cerca del edificio del Banco Popular, creo que a los de mi época les acompaña ese recuerdo (por favor, escarben). Ir al Centro se constituía en un viaje lleno de sorpresas. Con el tiempo, ya crecida, estudié en la UdeC, soy orgullosamente egresada del Alma Mater y mientras caminaba desde el reloj público pasando por la calle Primera de Badillo, debía zigzaguear mi andar puesto que existía cuanto vendedor ambulante pudiéramos imaginar, por aquello del rebusque y la oportunidad de chambear donde fuera y como fuera, las chazas o chuzos de: pintauñas, hilos, cremas,........

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