Respetados alcalde de Cartagena y gobernador de Bolívar, cuando las personas se unen para trabajar por una finalidad coherente, congruente y visionaria teniendo en cuenta a la ciudadanía en general, como ustedes lo han hecho desde el primer día, en la búsqueda de mayor solidez para el departamento y distrito capital, evoco a Jeremy Bentham, que establece que la mejor acción es la que produce la mayor felicidad y bienestar para el mayor número de individuos involucrados y maximiza la utilidad.

Debo entonces proponerles que volvamos a rescatar “la educación cívica, que no es más que la educación para la ciudadanía, formación cívica, formación ciudadana, educación política o alfabetismo político; es un tipo de educación dirigida a las relaciones sociales, que busca fortalecer los espacios de convivencia social entre las personas”. Esto era una asignatura que nos llevaba a conocer no solo los signos patrios, sino entender lo que es una calle, una cuadra, un barrio, una contravención y la convivencia.

El concepto etimológico de civismo deriva del latín civis, que significa ciudadano y que constituye el conjunto de cualidades que permite a los ciudadanos vivir en la ciudad, es decir, vivir en comunidad respetando normas de convivencia pacífica, tanto la Cívica como adicionar un tesoro, la Urbanidad de Carreño, manual que, si bien parece algo que no está actualizado, se está pidiendo a gritos en esta sociedad desigual, desparpajada, invadida por la tecnología, que irrespeta normas y además acomodando su lenguaje a los intereses o a las circunstancias.

Comprobado está que la educación es el camino más contundente para el surgimiento del individuo, la educación como herramienta nos visiona, nos abre oportunidades en los propósitos éticos en una sociedad, nos da la posibilidad de mayor organización, desarrollo, estructura en progreso. Y si, Dr. Turbay y Dr. Arana, les propongo retomar el Civismo como prueba piloto en un grupo de IE y también reeditar la Urbanidad de Carreño, pero ilustrada con personajes de nuestra cotidianidad que nos vayan mostrando, a través de esas 60 hojas de contenido valioso, lo urgente que es poner en práctica estos comportamientos. Se podría editar a manera de cuento o relato (es una inversión necesaria) y no para repartirla como una propaganda que se desecha, sino algo bien estructurado que se lleve a los colegios y comunidades, y se apliquen de manera transversal en las asignaturas, empezando desde párvulos hasta llegar a 100 años. Inclusive se podrían adicionar unas normas de realidades en nuestra ciudad. Este sueño lo quiero convertir en realidad y no es nada descabellado, porque desde lo básico se logra lo magno. Desde lo elemental se aprehende la magia para entender la convivencia y el progreso que esto representa.

*Escritora.