Hablando de tendencias absurdas y violentas en las que, como por variar, nos vemos las mujeres expuestas a nuevas formas de cosificación, llega: Sephora kids. Resulta que lo que ahora está de “moda” es que las niñas desde muy pequeñas ingresen al frenético mundo de productos para la piel. Sé que algunas dirán que desde hace muchos años maquillarse ha sido un juego, y posiblemente tengan razón. Yo recuerdo que uno de mis juegos favoritos de niña era maquillar a mi abuela materna; pero les aseguro que esta tendencia es todo menos un juego inocente. Las niñas hoy no solo se maquillan, sino que adicionalmente adquieren una completísima rutina de skin care que incluso incorpora productos antiedad. ¿Como es posible que una niña de 10 años, por ejemplo, esté preocupada por retrasar el envejecimiento? Que sigan generaciones enteras de mujeres convencidas de que nacieron para ser vistas y evaluadas como algo deseable en unos estándares de belleza que solo convienen al consumismo voraz. Los niños representan tres tipos de mercado: primario, de futuro y de influencia; en otras palabras, son bienes que pueden adquirir directamente con su “propio dinero”, generan aspiraciones que adquieren sobre marcas, y como si fuera poco, se reconoce que son los niños quienes tienen influencia y poder sobre las decisiones que se toman en sus hogares. Así que este sector ha bombardeado con publicidad de influencers a este público objetivo con contenido según su género (algo que no sorprende). A los varones con anuncios sobre vida fitness y a las mujeres con mensajes de cosmética y de belleza. Es increíble cómo hoy un cumpleaños de una niña de 10 años puede ser un día de spa con sus amigas, quedarse quietas durante horas mientras experimentan el rigor de los procedimientos estéticos que pueden llegar a ser dolorosos. Pues, crecen los reportes periodísticos de las diferentes afectaciones tanto físicas como psicológicas en las niñas por esta moda, que van desde dermatitis y acné temprano como baja autoestima, ansiedad y depresión por su desesperado intento por encajar en esta violenta forma de ingresar a las mujeres desde sus edades más tempranas en esta locura de ser aceptada en una sociedad misógina. Pierden la oportunidad de vivir libremente su infancia, fijar su personalidad y reciben cada vez más temprano el imperativo de responder al estereotipo conservador de lo femenino. Mamá, papá, no permitan que sus hijas caigan en esta trampa consumista que solo afectará su desarrollo como mujeres libres y sanas. Que nuestras niñas no crean que su valor radica en si su corporalidad es acorde a lo que se espera de ella. ¡Esto es otra forma de sexualización y las pone en riesgo! ¡Ojo ahí!

*Abogada con especialización en Derecho Constitucional y magíster en Derecho con énfasis en Derecho Empresarial y Contractual.