Cuando en una sociedad empiezan a aparecer procesos que generan confianza, optimismo y disposición a avanzar en diferentes actividades que tradicional o coyunturalmente se han abandonado o descuidado, se generan múltiples reacciones, una de ellas, opuesta a los círculos viciosos, es el de los círculos virtuosos o reacciones que pueden llevar rápidamente a transformaciones en distintos niveles, tanto de las actuaciones de los ciudadanos, como de toda la ciudad. Estos momentos deben ser aprovechados al máximo tanto por los lideres públicos, como por el sector educativo, el privado y en particular por los generadores de opinión, en especial por los medios de comunicación, las plataformas de divulgación y creación de contenidos visuales o escritos y debe ser aprovechado, pues no solo la experiencia, sino la realidad indican que ese ambiente o esa sensación de optimismo y de cambios puede durar poco.

Esto nos está ocurriendo en Cartagena y la Alcaldía Distrital sigue respondiendo a generar ese círculo virtuoso con diferentes medidas, pero con desigual respuesta, en especial de algunas instancias de la administración, donde se nota todavía una lenta respuesta a reclamos desde diferentes escenarios. Uno de ellos y con graves impactos en la percepción de lo público, es el de la acumulación de residuos de construcciones, basuras y desechos de todo tipo en casi todos los sitios de la ciudad. No hay espacio público, separador, andenes o zonas verdes donde no se observe cantidades de estas expresiones de desidia, desgreño o precaria acción de las entidades responsables de ello.

Sin lugar a dudas los responsables directos de esto somos los ciudadanos, con una percepción de que lo público no es de nadie, que cualquiera puede disponer de escombros o residuos donde se le antoje, que nunca vamos a recibir una amonestación o sanción de nadie y que para eso existen las empresas de aseo y por eso se les paga. Esa laxitud, esa falsa tolerancia a los abusos y conductas de los demás nos viene pasando una cuenta de cobro que se hace cada día más costosa, tanto en la percepción de nuestros derechos, como en la de sentir que aquí todo es posible y sin consecuencias.

Pero también existen responsabilidades compartidas de los empresarios, constructores y de quienes ordenan a otras personas disponer de escombros o basuras, pues todos sabemos que quienes se dedican a eso no tienen la menor conciencia de sus actos. Así mismo de las empresas de aseo y de los entes de la administración que supervisan o se relacionan con dichas empresas.

Tenemos la esperanza de que todos los actores de esta cadena, en especial en el sector público, asuman prontamente acciones de emergencia tanto de zanahoria como de garrote, para enfrentar esta nociva práctica que se ha extendido por toda la ciudad.

*Sociólogo.