Puede ser confianza u optimismo en que la comisión de empalme del IPCC y en especial el equipo que asuma sus riendas desde el 1 de enero, le dé el vuelco que necesitamos a la cultura en la ciudad y esa transformación tiene que ver con múltiples aspectos que no solo están en la constitución de 1991, en la ley de cultura, en diversos decretos y leyes, sino que hoy son plenamente compartidos en todos los escenarios de lo público y lo privado. Para empezar, con lo que para algunos pueden ser frases de cajón, como que la cultura es un eje o motor de transformación social, con impactos visibles y de más profundos efectos que casi cualquier otro. La cultura es transversal a todos los ámbitos de la gestión pública, tiene distintas funciones vitales, como preservar la memoria, la historia y las tradiciones significativas para una comunidad; pero igualmente permite construir identidad, que funciona como mecanismo de integración y diferenciación social.

Los procesos culturales son los que construyen cohesión social, participación, reconocimiento y valoración del otro, fortalecen la confianza como el mayor valor de una sociedad y da lugar al desarrollo de capacidades individuales y colectivas. La cultura es un referente de la vida cotidiana, de cómo nos relacionamos tanto con los otros, con la ciudad, como con nuestros espacios. La cultura es una poderosa herramienta para transformar una sociedad, en especial cuando los actores se han excluido históricamente.

Confiamos en que la nueva dirección del IPCC asuma que es imprescindible, para que haya cambios efectivos, que se convoque y se escuche a todos los actores, de todos los sectores y actividades, se vaya a los barrios, que es allí donde emerge la cultura, que se promueva y se trabaje en la construcción de un plan decenal de cultura y que se enuncien las líneas gruesas de actuación para los próximos cuatro años, lo que debe quedar dentro de una política pública para la cultura, que como tal debe incluirse en el plan de desarrollo.

Es fundamental que se propicie un diálogo horizontal entre distintas dependencias e instituciones, que se promueva la sinergia entre EPA, SED, SPDS, DATT, pues en todas estas entidades la cultura tiene una enorme tarea que cumplir, que la relación con las universidades no sea por efectos de contratos, sino por una política abierta de inserción de todos los actores.

Si queremos ver cambios tenemos que despojarnos del imaginario de que la ciudad es el centro histórico e ir a las comunidades con infraestructura, propuestas y ofertas. ¿Por qué no tenemos, como el centro cultural de El Socorro o el de Las Palmeras, por lo menos 15 escenarios en barrios y corregimientos?, ¿por qué no se adopta rápidamente una decisión de transformar la plaza de toros en un distrito cultural que complemente y se integre a lo deportivo? Los vacíos y carencias son enormes, esperemos que sus líderes no sean inferiores a esos retos.

*Sociólogo.

QOSHE - La cultura como eje transversal - Raúl Paniagua Bedoya
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La cultura como eje transversal

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11.12.2023

Puede ser confianza u optimismo en que la comisión de empalme del IPCC y en especial el equipo que asuma sus riendas desde el 1 de enero, le dé el vuelco que necesitamos a la cultura en la ciudad y esa transformación tiene que ver con múltiples aspectos que no solo están en la constitución de 1991, en la ley de cultura, en diversos decretos y leyes, sino que hoy son plenamente compartidos en todos los escenarios de lo público y lo privado. Para empezar, con lo que para algunos pueden ser frases de cajón, como que la cultura es un eje o motor de transformación social, con impactos visibles y de más profundos efectos que casi cualquier otro. La cultura es transversal a todos los ámbitos de la gestión pública, tiene distintas........

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