No soy consciente de haber visto en otras épocas tal profusión de noticias, informes, pronunciamientos sobre la situación de la infancia y adolescencia como ha ocurrido en las últimas dos semanas, en especial por los abusos y explotación sexual de niños, niñas y adolescentes (NNA). El pasado 2 de abril conocimos el comunicado de la Sociedad Colombiana de Pediatría contra la explotación y violencia sexual hacia NNA, evento que nos llama la atención y lo aplaudimos, pues ha sido común ver cómo sociedades científicas y gremios de profesionales, de todos los tipos, suelen pasar de agache o mirar para otro lado ante situaciones aberrantes o grotescas que pasan en nuestra sociedad y que cada día se presentan con más intensidad o sevicia, desbordando todos los valores y mecanismos de cohesión y respeto de una sociedad decente.

Igualmente, en esta semana se dieron a conocer los dos casos (por lo menos conocidos) de abuso sexual contra menores de edad en hoteles de Medellín. Frente a este hecho hemos visto una amplia gama de informes, desde que este solo fue la punta del iceberg de lo que viene ocurriendo hace varios años en esa ciudad, de que ese fue un caso fortuito que salió a la luz pública, hasta versiones que dan cuenta de que simplemente fue una medida de retaliación contra y entre proxenetas del sector de El Poblado. De otras ciudades intermedias y pequeñas se han conocido igualmente denuncias de abusos y maltratos que han terminado en el asesinato de niñas y niños a manos de sus abusadores. Esto para hablar del abuso sexual, pues otros problemas de desnutrición, abandono del sistema escolar y violencia intrafamiliar se siguen denunciando cada día.

Estamos ante una nueva pandemia, que incluye todo el territorio nacional, en todas las ciudades, que afecta a todas las poblaciones, pero donde las víctimas tienen unos patrones parecidos: familias incompletas o de padres ausentes, generalmente de los sectores más pobres, con bajos niveles de escolaridad de sus familiares directos y casi siempre ausentes del sistema educativo, pero inmersos en un mundo de pobrezas y de sueños o ilusiones fabricadas por las redes sociales.

Para algunos profesionales de las ciencias sociales, en esta nueva pandemia, además de la pobreza entra a jugar papel determinante un nuevo actor: el turismo. Pero aquí viene una opinión personal diferente: ¿por qué en otros países, igualmente pobres, con llegada de millones de turistas al año, no se presenta este fenómeno del turismo que busca adolescentes para satisfacer sus aberraciones sexuales? Creo que el problema radica en tres aspectos: una sociedad permisiva con débiles instituciones, la baja valoración social de los NNA y la ausencia de criterios en las decisiones respecto del turismo que queremos estimular. En estos aspectos la administración juega papel determinante en su enfrentamiento. Confiemos en que se asuman estos retos.

*Sociólogo.

QOSHE - Nueva epidemia - Raúl Paniagua Bedoya
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Nueva epidemia

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08.04.2024

No soy consciente de haber visto en otras épocas tal profusión de noticias, informes, pronunciamientos sobre la situación de la infancia y adolescencia como ha ocurrido en las últimas dos semanas, en especial por los abusos y explotación sexual de niños, niñas y adolescentes (NNA). El pasado 2 de abril conocimos el comunicado de la Sociedad Colombiana de Pediatría contra la explotación y violencia sexual hacia NNA, evento que nos llama la atención y lo aplaudimos, pues ha sido común ver cómo sociedades científicas y gremios de profesionales, de todos los tipos, suelen pasar de agache o mirar para otro lado ante situaciones aberrantes o grotescas que pasan en nuestra sociedad y que cada día se presentan con más........

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