Acaecida la muerte de José Eustasio Rivera, hacia 1928, un par de décadas después se filmó ‘La Vorágine’, en 1949, con guion y dirección del mexicano Miguel Zacarías y basada en la novela del mismo nombre escrita por el primero, hace cien años.

Para mediados del siglo XX, ‘La Vorágine’ era un clásico de la literatura hispanoamericana, no obstante los altos niveles de analfabetismo de aquel entonces; pasa que, lo leído era contado, lo que facilitó la popularización de la tórrida historia de amor de Arturo y Alicia, quienes huyen de Bogotá hacia la vorágine de la selva amazónica, donde el sistema de explotación cauchero signaba la ambición, la impiedad y el sufrimiento de la aventura humana.

Miguel Zacarías había ganado prestigio en la poderosa industria fílmica mexicana, con éxitos protagonizados por ídolos de las masas como: Pedro Infante, Jorge Negrete, Fernando Soler y Mario Moreno ‘Cantinflas’. Zacarías es uno de los viejos directores que con su tenacidad creativa para resolver los avatares de una filmación, forjó la época de oro del cine mexicano.

En ‘El Peñón de las Ánimas’ (1942), Zacarías dirige nada más y nada menos que a la primera diva, María Félix, y al galán Jorge Negrete, quienes se enamoran durante la filmación y se convierten en una de las parejas más emblemáticas de mediados de siglo, cuyos avatares eran seguidos a pie juntillas por una fascinada opinión pública internacional, lo que consolidó el periodismo de chisme, farándula y del acontecimiento social.

La Segunda Guerra Mundial había debilitado la predominancia de Hollywood en el mercado fílmico latinoamericano, lo que facilitó que la industria cultural mexicana se expandiera con actividades económicas en disqueras, productoras cinematográficas, producción editorial y giras internacionales de espectáculos en vivo. Entre otras estrategias de comercialización apareció la llamada ‘Bolsa Cinematográfica’, la cual consistía en aportes económicos dados por inversionistas de Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia. A cambio se solicitaba la aparición de ciertas estrellas taquilleras y de ciertas temáticas, las cuales se basaban en novelas y autores muy conocidos por el público.

De esa manera se filmaron películas basadas en novelas del venezolano Rómulo Gallegos: ‘Canaima’ (1945), ‘Doña Bárbara’ (1943) y ‘Cantaclaro’ (1946). Se trataba también de insuflar una estética cinematográfica a la formación del sentimiento nacional de cada país, y asimismo, a la formación de un sentimiento latinoamericanista en la relación cine y literatura.

Arturo Cova es representado por el puertorriqueño Armando Calvo, y Alicia es representada por la colombiana Alicia Caro, cuyo verdadero nombre era Beatriz Segura Peñuela. Novela y película, ‘La Vorágine’ dibuja en su trasfondo un choque civilizado donde el extravío y abuso son la verdadera historia.