En sus inicios, las películas venían mudas, pero la experiencia de ver cine, no. Los empresarios que exhibían las películas contrataban bandas musicales para acompañar el relato. Y, no solo eso, con ayuda de un fonógrafo se intentaba sincronizar la música de un acetato con los acontecimientos y la acción de los personajes proyectados en la pantalla.

Uno de los precursores del negocio del cine era Rafael Pinzón Rivera, quien llegó Cartagena en 1921 y lideró la reorganización y puesta en marcha de cines como el Variedades (inaugurado en 1905, posteriormente caído en desuso), que después sería el Teatro Cartagena; así como también, su activo papel en la aparición del Circo Teatro en el barrio de San Diego, entre otros cines ubicados en Getsemaní, y también, los ubicados en los distintos barrios fuera del recinto amurallado.

Un buen día del año 1930, Pinzón experimentó un sistema de sincronización de imagen y sonido en el Teatro Variedades, ubicado en la antigua Capilla de Santa Cruz; el empresario ya había conseguido que la familia Porto le cediera el teatro y lo puso a funcionar. El atractivo que inventó y promocionó Rafael Pinzón fue el de “sincronización de películas”, así lo comentó en entrevista con el periodista Pedro Portela en el Diario de la Costa, en 1967:

- ¿En qué consistía la sincronización?

“Tenía yo una gran colección de discos y yo mismo hacía la programación y ponía las piezas, según los episodios de las películas. En ésa época solía suceder que la banda de músicos podía estar tocando un danzón caliente mientras se moría alguien en la pantalla. Yo cambié el sistema poniendo en casos semejantes un disco de música fúnebre. En la película ‘Pasión y muerte de nuestro señor Jesucristo’, cuando Pedro estaba negando a Jesús puse un sonoro canto de gallo que tenía grabado. El público aplaudió a más no poder y mi sistema de ‘sincronización’ quedó consagrado, con lo que me ahorraba treinta pesos que me cobraban los músicos” (1967).

Cuando la gente pagaba boleta para aplaudir el canto del gallo, no solo se fascinaba con el invento y su impacto estético en la película, también (y quizás más importante) pagaba para experimentar una nueva forma de estar juntos, de crecer y de madurar en grupo alrededor de una vieja historia de traición, que nadie se cansa de contar o de ser vista y escuchada.

Lo dicho: las películas venían mudas, pero la experiencia de ver cine, no. Es lo que podemos establecer del testimonio de Pinzón, que relaciona su esfuerzo tecnológico con respecto a las prácticas del ver cine, las cuales se manifiestan en la expectativa del público; en este caso, las gentes iban a comprobar, una vez más, la veracidad del modelo sacrificial bíblico cuando escucharon con gran fidelidad el canto del gallo mientras negaban a Cristo.

QOSHE - Aplausos para el canto del gallo - Ricardo Chica Geliz
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Aplausos para el canto del gallo

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18.12.2023

En sus inicios, las películas venían mudas, pero la experiencia de ver cine, no. Los empresarios que exhibían las películas contrataban bandas musicales para acompañar el relato. Y, no solo eso, con ayuda de un fonógrafo se intentaba sincronizar la música de un acetato con los acontecimientos y la acción de los personajes proyectados en la pantalla.

Uno de los precursores del negocio del cine era Rafael Pinzón Rivera, quien llegó Cartagena en 1921 y lideró la reorganización y puesta en marcha de cines como el Variedades (inaugurado en 1905, posteriormente caído en desuso), que después sería el Teatro Cartagena; así como también, su activo papel en la aparición del Circo Teatro en el barrio de San........

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