Se le conoció como ‘El rey de las octavas’ y también como ‘El Paganini Negro’. Claudio José Brindis De Salas nació en La Habana (Cuba) en 1852 y su violín virtuoso se escuchó en Cartagena en los años 1897, 1898 y 1899 en el Teatro Mainero de la calle del Coliseo. Llegó contratado por la Compañía Senisterra y Sáinz de Sinisterra para tocar allí donde se proyectaron las primeras películas en nuestra ciudad.

Se llamaba igual que su papá, Claudio, quien tocaba violín y contrabajo en la orquesta ‘La Concha de Oro’, muy popular en los salones de baile habaneros. En 1870 Claudio (hijo) fue a París, becado por el mecenazgo de la élite habanera para continuar estudios de música. A partir de ahí sus triunfos fueron imparables en todos los grandes escenarios de Europa, el káiser Guillermo II lo nombró Barón de Salas y en Alemania se casó y obtuvo la nacionalidad.

Fíjese usted: el papel de los negros y mulatos en la escena dramática y musical del siglo XIX en el Caribe, el continente y el mundo es más relevante de lo que cualquiera pueda imaginar. Pasa que aquí el que no es congo es carabalí, y los teatreros eran viajeros que presentaban sus obras en la red de puertos del Caribe desde el siglo XVIII.

La gente de aquel entonces estaba dispuesta a pagar para conocer las nuevas obras y la diáspora africana (junto a muchas otras que nos conforman) estaba presente en el público y en el escenario.

Al decir de la historiadora Marina Lamus Obregón, se inicia el siglo XIX con una serie de “talentosos artistas negros, anónimos, todavía esclavos, quienes con sus instrumentos de percusión colaboraban en las presentaciones. Con el correr de los años, ya libres o debido al mestizaje, se convierten en solistas, entre ellos se encuentra el famoso violinista cubano”. Lamus Obregón también nos da cuenta del negro Cachamba, esclavo de una compañía de teatro en el siglo XVIII, encargado de producir música y sonidos incidentales en las obras dramáticas.

Un día se ofreció una obra en honor a Santa Bárbara y el cura vicario se opuso, a tal punto que apresó a Cachamba, lo encerró, le pegaba todas las noches, hasta que lo mató. Reviró el dueño de la compañía, quien reclamó el valor de su propiedad, a lo que el cura se negó a pagar con el respaldo de las autoridades locales. El caso se dirimió en Santa Fe de Bogotá, a favor del empresario.

Por sincretismo Santa Bárbara equivale a Shangó: la deidad yoruba que representa la justicia, el trueno y el fuego; quién sabe, quizás el cura reaccionó contra la religiosidad africana.

Mucho tiempo después, Brindis de Salas se aburrió de Europa, regresó al Caribe y estuvo entre nosotros. Murió en Buenos Aires en 1911. Desde esos tiempos, cada violín en charanga que revienta en los picós barriales de Cartagena trae el virtuosismo caribe lleno de contento y emancipación.

QOSHE - El violín de Claudio - Ricardo Chica Geliz
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El violín de Claudio

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15.01.2024

Se le conoció como ‘El rey de las octavas’ y también como ‘El Paganini Negro’. Claudio José Brindis De Salas nació en La Habana (Cuba) en 1852 y su violín virtuoso se escuchó en Cartagena en los años 1897, 1898 y 1899 en el Teatro Mainero de la calle del Coliseo. Llegó contratado por la Compañía Senisterra y Sáinz de Sinisterra para tocar allí donde se proyectaron las primeras películas en nuestra ciudad.

Se llamaba igual que su papá, Claudio, quien tocaba violín y contrabajo en la orquesta ‘La Concha de Oro’, muy popular en los salones de baile habaneros. En 1870 Claudio (hijo) fue a París, becado por el mecenazgo de la élite habanera para continuar estudios de música. A partir de ahí........

© El Universal


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