Estaba cursando el último año de bachillerato en el Colegio Fernández Bustamante. Era 1985 y el inolvidable y queridísimo Pacho Fernández era su rector. El colegio quedaba al costado de la Cámara de Comercio de Cartagena, en la calle de Santa Teresa y yo no veía la forma de escaparme a cualquier hora después de las 10 de la mañana, porque al otro lado de la vieja casona, esquina con la calle Vicaria Santa Teresa, estaba el director italiano Francesco Rosi.

El profesor Alberto Sierra nos había hablado de él en sus clases de ‘Estética del cine’, para entonces, el colegio quedaba en la avenida Buenos Aires en el barrio El Bosque. Rosi formó parte del Neorrealismo Italiano, una corriente fílmica que apareció al final de la Segunda Guerra Mundial y se caracterizaba por su austeridad en la producción, la economía en su lenguaje y por su desprecio por la espectacularidad, como resistencia a la plástica fílmica de Hollywood.

Corría el año de 1981 y el profesor de Español y Literatura era Raymundo Gómez Cásseres, otro de nuestros grandes escritores del Caribe, y ese año también se publicó ‘Crónica de una muerte anunciada’, de Gabriel García Márquez. Entre los salones del colegio había una especie de tráfico de aquel libro, porque había versiones piratas muy codiciadas, toda vez que era la forma más accesible de obtenerlo. Leer aquel libro era casi como leer un guión, no obstante mi juventud, advertí un paralelo entre los lenguajes escrito y cinematográfico.

De hecho, un año antes de la aparición de aquél libro, entré a ver ‘María de mi corazón’ (1979) en el Teatro Miramar, en el Pie de La Popa. Sabía que el guion era de García Márquez y como espectador sentí una similitud de estilo entre sus libros y sus guiones. Lo mismo, creo, se puede advertir en la serie ‘Carnivale’ (está en HBO), donde su hijo Rodrigo dirige un par de capítulos. Regresando al salón donde daba clases Gómez Cásseres, imaginé que, de aquella crónica, se podía hacer una película. Y lo imaginé, no por ninguna genialidad, ni más faltaba, sino porque la escritura consiste en unas cuasi instrucciones para filmar aquella desgracia. El libro te va dando pistas de dónde va la cámara, qué deben hacer los actores, qué deben decir, y también, hay muchas instrucciones de decorados y escenografías, utilería y vestuario.

Alcancé a escaparme un par de veces del colegio. Nada me importaba: perder el año, aguantarme el regaño de Pacho, quedarme sin almuerzo. Todavía recuerdo mi angustia, mi desespero. No podía creer que Francesco Rosi estaba a la vuelta de la esquina (literal) filmando una obra de García Márquez con una de las mujeres más hermosas de la historia: la actriz Ornella Muti. Cuando llegué, todo estaba en silencio y alcancé a escuchar cuando Rosi dijo por el megáfono: ¡Azione!

QOSHE - Gabo y Rosi en Cartagena - Ricardo Chica Geliz
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Gabo y Rosi en Cartagena

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15.04.2024

Estaba cursando el último año de bachillerato en el Colegio Fernández Bustamante. Era 1985 y el inolvidable y queridísimo Pacho Fernández era su rector. El colegio quedaba al costado de la Cámara de Comercio de Cartagena, en la calle de Santa Teresa y yo no veía la forma de escaparme a cualquier hora después de las 10 de la mañana, porque al otro lado de la vieja casona, esquina con la calle Vicaria Santa Teresa, estaba el director italiano Francesco Rosi.

El profesor Alberto Sierra nos había hablado de él en sus clases de ‘Estética del cine’, para entonces, el colegio quedaba en la avenida Buenos Aires en el barrio El Bosque. Rosi formó parte del Neorrealismo Italiano, una corriente fílmica........

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