La puerta de la Medialuna era el arranque de un largo viaducto que, dando saltos por entre islotes de la laguna de San Lázaro, comunicaba a Cartagena con la tierra firme. El viaducto se conserva y divide en dos la laguna. Por allí nació la ciudad, pero solo cuando el gobernador Francisco de Murgas terminó de rodear de murallas el arrabal de Getsemaní, en 1635, adquirió significación militar. En sus extremos se instalaron dos fosos con puentes de madera removibles: uno vecino a Tierra Firme y otro cercano a la puerta. Para mejor defensa, un tercer foso se cortó en el centro del viaducto, con un fuerte conocido desde entonces como el revellín de la Medialuna, aunque no lo era.

Un revellín era militarmente una obra avanzada delante de las cortinas, y, sobre todo, de la entrada principal de plazas fortificadas. Su forma era triangular y sus flancos apuntaban al exterior para acomodar cañones y entorpecer la aproximación del enemigo. La base del triángulo era perpendicular a la puerta. El de la Medialuna era, en efecto, una obra avanzada que protegía la puerta de su nombre, el único acceso por tierra, pero en nada se parecía un revellín clásico, según los manuales. Era rectangular y sus cañones de buen calibre en una cortina paralela a la plaza quedaban expuestos a ser desmontados por un enemigo que ocupase el Cerro de San Felipe. Lo hicieron los franceses en 1697 que se apoderaron del viaducto y capturaron Cartagena, a pesar de la valentía previa de don Sancho Jimeno en Bocachica.

El llamado revellín de la Medialuna fue realmente un puesto de guardia, artillado, tanto que el ingeniero Lorenzo de Solís en 1754 diseñó para sustituirlo un revellín según los cánones, que nunca se llevó a cabo. Cartagena no tuvo más “revellines” porque las aguas que la rodeaban hacían sus veces. El puesto sobrevivió hasta 1887, cuando ya lo que interesaba a la ciudad era el libre tránsito. Sus piedras, con las de la Batería de la Medialuna, hacen parte de la escollera de El Cabrero, obra aplaudida que, según las malas lenguas, favorecía la finca del presidente Núñez.

El foso central se dejó, cubierto, como comunicación de las aguas entre los dos segmentos de la laguna de San Lázaro (donde además desemboca el caño de Juan Angola que viene de la ciénaga de la Virgen, otro eslabón del transporte acuático de pasajeros proyectado). A los costados del viaducto donde estuvo el puesto de guardia, pueden verse los arcos adornados que dan paso a las aguas del foso y sostienen el pavimento. Del puesto de guardia de la Medialuna deben quedar escasos testigos, aunque es oportuna la exploración arqueológica. Para el transporte acuático basta un canal cercano de la tierra firme, con un inconspicuo puente moderno. Esa simple solución dejaría incólume todo lo antiguo, como no sea la tierrita que los conquistadores pusieron por entre islas de mangle para terraplenar el camino a su ciudad.

QOSHE - El revellín de la medialuna - Rodolfo Segovia
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El revellín de la medialuna

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05.04.2024

La puerta de la Medialuna era el arranque de un largo viaducto que, dando saltos por entre islotes de la laguna de San Lázaro, comunicaba a Cartagena con la tierra firme. El viaducto se conserva y divide en dos la laguna. Por allí nació la ciudad, pero solo cuando el gobernador Francisco de Murgas terminó de rodear de murallas el arrabal de Getsemaní, en 1635, adquirió significación militar. En sus extremos se instalaron dos fosos con puentes de madera removibles: uno vecino a Tierra Firme y otro cercano a la puerta. Para mejor defensa, un tercer foso se cortó en el centro del viaducto, con un fuerte conocido desde entonces como el revellín de la Medialuna, aunque no lo era.

Un revellín era militarmente una obra........

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